Javier Guisasola Arnaiz es uno de los abogados más caros de España. ¿Cuánto? Para no caer en la vulgaridad de las cifras, basta con decir que viaja en jet privado, un Cessna Citation con el que el pasado 23 de julio aterrizó en el aeropuerto de Melilla con el objetivo de presentar una denuncia contra la policía española que controla la frontera, en especial contra una agente "de mediana estatura, pelo negro, tez morena y rasgos africanos" que, supuestamente, prendió la mecha de la paliza que --según el letrado-- recibieron cinco jóvenes de origen marroquí en el paso de Beni-Enzar.

El incidente, tal y como se relata en la denuncia, no parece un caso de alambicada complejidad judicial. Ocurrió el 16 de julio. Los hermanos Yassine, Khalid y Samir Achaouni y sus amigos Youssef el Mahi y Mohamed Boutiri iban camino de la playa cuando, al cruzar la frontera, una agente vio que llevaban en el coche una pequeña bandera marroquí que --afirman-- intentó arrebatarles por la fuerza. Según la versión de los denunciantes, en un perfecto francés les ordenó volver a su "país de perros". Del choque verbal se pasó a las tortas --prosigue la denuncia-- cuando se acercaron entre ocho y 10 agentes más que durante casi un minuto golpearon a los jóvenes.

Por ese caso viajó Guisasola a Melilla. Recibió una llamada --admite-- "del más alto nivel".

--¿Le ha contratado el Gobierno de Marruecos?

--No lo sé.

Guisasola se resiste a dar pistas sobre quién le ha contratado.

--Independientemente de quién me pague, se trata de un ejemplo de brutalidad policial.

--¿Pero sus clientes tienen dinero para pagar sus servicios?

--Son unos jóvenes impecables.

El primer encuentro con ellos fue mucho más que breve. Cuando llegó a la cafetería Trip Melilla Puerto, la denuncia ya estaba redactada. Guisasola se reunió una hora con los jóvenes y después se dirigió al juzgado de guardia con un escrito en el que, más que en la supuesta agresión, se hace hincapié en la ofensa a la bandera marroquí.

Melilla no es una gran metrópoli. Poco o mucho todo se sabe, aunque sea al otro lado de la frontera. Así que no es ningún secreto para los agentes que trabajan en la frontera que el abogado español contratado desde Marruecos fue tratado por las autoridades de ese país casi como si de un alto cargo extranjero se tratara. Cada vez que tenía que hacer un desplazamiento por carretera, dos vehículos lo escoltaban, mientras la policía cortaba el paso en los semáforos para que no tuviera que parar.

SOSPECHAS Son detalles así los que alimentan las sospechas de los agentes. Creen que los que cuelgan los carteles que se mofan de las mujeres policía españolas son los mismos que envían a provocadores bien entrenados a buscar cuál es el límite de resistencia de las agentes. Cuando se alcanza ese punto de ebullición en la frontera, suele haber alguien que desde la tierra de nadie toma fotografías o graba en vídeo la escena. Un poco más tarde, el material aparece colgado en una web de Nador, desde la que se reivindica la marroquinidad de Ceuta y Melilla. Los agentes creen que es motivo suficiente para sospechar.

Hay más motivos. Cuando el 16 de julio se produjo la tangana entre los cinco jóvenes marroquís y el grupo de policías españoles, las autoridades magrebís enviaron cinco ambulancias a la frontera e, iluminado por las luces de las sirenas, emergió la figura de Tarik Yahya, alcalde de Nador y primo del presidente de las comunidades de Farjana y Beni-Enzar, Yahia Yahia. Yahya es un personaje controvertido al que cada vez más señalan desde Melilla como el marionetista que mueve los hilos de la cadena de incidentes en el paso de Beni-Enzar.