La bancada de la acusación en el juicio del 11-M está revuelta. La mayoría de sus letrados arremetieron ayer contra un reducido núcleo de colegas por "torpedear" la causa. Alegan que ponen más empeño en defender la teoría conspirativa alentada por el PP y sus medios afines que en sostener sus acusaciones contra los procesados. Las críticas se centran sobre todo en los letrados de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y la Asociación de Ayuda a las Víctimas del Terrorismo, receptor privilegiado de subvenciones de la Comunidad de Madrid.

El vicepresidente de la mayoritaria Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Jesús Ramírez, instó a esos abogados a "retirarse" del juicio si su objetivo es persistir en esa estrategia. Gonzalo Boyé, representantes de dos víctimas, expresó su indignación contra los "letrados ornitorrinco, que no se sabe si son mamíferos o peces" e incluyó en el grupo de "conspiradores" a dos abogados más que no identificó. Otros representantes coincidieron con Boyé en que la estrategia puede enturbiar el juicio.

"Coincidencias" Aunque no está personada en la causa, la Asociación Autonómica de Víctimas del Terrorismo consideró "poco normal" la "coincidencia entre ciertas acusaciones y defensas" en el juicio. Precisamente, el defensor de Jamal Zougham y Basel Ghayoun, José Luis Abascal ha puesto especial empeño en vincular a ETA con la matanza. En la undécima sesión del juicio volvió al tapete la teoría conspirativa, pese a la dura reprimenda que el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, dirigió la víspera a uno de los letrados. Los dos inspectores de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) que comparecieron ayer soportaron varias preguntas en esa línea. Un abogado le preguntó si Jamal Ahmidan, El Chino , uno de los autores materiales del 11-M y suicida del piso de Leganés, solía comprar droga en el País Vasco. "Y en la Costa del Sol y por todos los sitios", lo decepcionó el agente.

El representante de la AVT intentó afear la actuación policial. El testigo admitió que en los momentos siguientes a la matanza se acumularon "toneladas" de objetos y "no siempre fue fácil" inventariarlos. El letrado sacó a relucir la bolsa que se encontró al día siguiente del 11-M en la comisaría del Puente de Vallecas, en cuyo interior se hallaron un explosivo con detonador y un teléfono móvil, que constituyeron las principales pistas para dar con los autores de la matanza. Los promotores de la teoría de la conspiración sostienen que esa bolsa fue manipulada para sustentar la autoría islamista.

Los dos agentes policiales que intervinieron en las diligencias sobre el 11-M hicieron una descripción minuciosa sobre las actividades de las células yihadistas en España y pusieron en evidencia que muchos de los autores de la matanza habían sido objeto de seguimiento antes de los atentados. "La gran faena es que siempre fuimos un paso detrás de ellos", se lamentó uno de los policías. Lo que queda cada vez más claro es que la masacre no fue obra exclusiva de pequeños delincuentes comunes, sino que junto a estos había personas muy comprometidas con la causa yihadista.