La rivalidad entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, que dejó de ser hace tiempo una pugna circunscrita a Madrid para convertirse en un quebradero de cabeza para la dirección del PP, puede enrocarse todavía más si la presidenta madrileña ejecuta sus amagos de rivalizar con Mariano Rajoy por el control del partido. Mientras Aguirre insiste en que ahora mismo no entra en sus planes presentarse como alternativa a Rajoy, sus detractores se apresuran a desacreditarla para impedir que su discurso ideológico cuaje en el sector centrista. El vicealcalde de Madrid y hombre de confianza de Gallardón, Manuel Cobo, dijo ayer que Aguirre "está montando un espectáculo" con su posible candidatura y le recordó, por si finalmente lo intenta, que no cuenta con apoyos suficientes en el partido que le permitan tener opciones serias de batir a Rajoy.

Se presente o no ahora, el entorno de Aguirre puede estar allanando el camino para un futuro envite por la presidencia. El potente PP madrileño, que su sector controla, estaría estudiando proponer en el congreso una enmienda a los estatutos del partido para que se rebajen al 10% los avales exigidos para presentar candidatura. Actualmente, se requiere el apoyo de un 20% de compromisarios. Fuentes de la dirección no descartan que tengan que hacer frente a esa enmienda, pero expresan su sorpresa por que alguien que se postula como líder esté preocupado por los apoyos necesarios.

SILENCIO HASTA JUNIO Intentando que esta lucha de trincheras le afecte lo menos posible, el propio Rajoy quiso dejar claro que, de momento, Aguirre no le preocupa. "No tengo nada que decir de aquí al congreso de junio". Pero recordó, a modo de reproche a Aguirre, que él había anunciado su intención de presentarse a la reelección "al partido antes que a nadie".