Esperanza Aguirre, y lo que haya detrás (unos la juzgan aznarista, otros que rema en su estela) había previsto el resultado. Y dio una batalla a muerte para excluir a Gallardón. Para que no fuera diputado y no tuviera ventaja si Rajoy se iba. Ganó, pero su victoria atizó la desconfianza en ella. Y no subió la cotización de Gallardón, que tuvo una rabieta y dijo que se iría.

González Urbaneja, presidente de la Federación de Asociaciones de Prensa, ha dicho (en Estrella Digital) que "la potencia mediática de Aguirre es la mayor de España". Y, entre el domingo por la noche y el lunes, Anson (en El Imparcial Digital), Pedro J. Ramírez (en El Mundo), Jiménez Losantos (en la COPE) y Telemadrid abogaron por la marcha de Rajoy. Y sugerían a la lideresa.

Entonces las alarmas de los reticentes a que el aznarismo conserve cuatro años más el control de Génova se dispararon. Aguirre estaba presta, piafaba de impaciencia y los barones eran el Ejército de Pancho Villa, sin programa y sin candidato. La consigna fue frenar a Aguirre y, la solución, que Rajoy no se fuera. Los móviles trabajaron y Rajoy, gallego, escuchó las súplicas de Gallardón, Arenas (de Andalucía, donde el PP ha subido), Núñez Feijóo --su amigo del PP gallego--, y las de Francisco Camps, el presidente valenciano, con mayoría absoluta en dos legislaturas (sucesor y enemigo de Zaplana). Y Rajoy puso la oreja. Nada le forzaba a irse. Los barones le cortejaban, y aunque Zapatero había ganado, él había subido en votos y escaños. Y sin Cataluña (había intentado retener a Piqué) habría ganado. No, no estaba como Almunia en el 2000. Se podía quedar, y ahora con las manos libres. Decisión: no se va y anuncia un equipo propio. Y Aguirre abandona la mesa de juego. Primer gol de Camps.

Nadie sabe los designios de Rajoy, pero ha hecho un viaje cultural (toros y fallas) a Valencia. El PP, con el 49,3%, sacó 10 puntos y 3 diputados a Zapatero en Madrid. Pero en Valencia, con el 51,7%, le sacó 11 puntos y 5 diputados. Y en el balcón estaba también Valcárcel, el presidente de Murcia (61%, 29 puntos y 4 diputados). Levante es una base territorial tan sólida como Madrid. Y Camps --puño de acero en guante de seda-- le gusta más que Aguirre. Segundo gol de Camps.

Pero Rajoy, tras tener que sufrir a Acebes-Zaplana, no se entregará a nadie. Repartirá juego y utilizará a los unos contra los otros. ¿Se acuerdan de otro gallego? Ahora la incógnita es el nombre del nuevo portavoz parlamentario. El aznarismo apostaría por Pizarro, difícil tras el choque con Solbes. Camps propone a González Pons, exconsejero y exportavoz en el Senado, que ha abierto la lista de Valencia y ha batido a De la Vega. ¿Será valenciana la niña de Rajoy?