Esperanza Aguirre se defiende con uñas y dientes del ataque del que dice ser víctima. La presidenta niega tener espías a sueldo de la Comunidad de Madrid y no oculta su enojo con el líder del PP, Mariano Rajoy, por dar crédito a las denuncias sobre esta trama, hasta el extremo de abrir una investigación interna. Si hasta ahora eran colaboradores quienes expresaban tales quejas, ayer fue la propia Aguirre la que censuró que el partido dé "pábulo" a los dosieres sobre su vicepresidente Ignacio Gonzá- lez. "Todas las redacciones periodísticas tiene dosieres contra González, porque políticamente me quieren atacar a mí", enfatizó, en un reproche a Rajoy por ordenar pesquisas a golpe de titular de prensa.

El entorno de la líder del PP madrileño no cesa de preguntarse por qué las denuncias sobre presuntos seguimientos a políticos populares afines a Rajoy, como el vicealcalde Manuel Cobo o el dirigente Alfredo Prada, han llevado al partido a iniciar la investigación que dirige su secretaria general, María Dolores de Cospedal. Máxime cuando el asunto ya está en manos del juez y la fiscalía. Para esta pregunta retórica solo hallan una respuesta: la sospecha, si no convicción, de que Rajoy da pábulo a esta trama de espionaje para dañar la imagen de Aguirre, cabeza visible del sector crítico.

EL GELIDO BESO Ayer coincidieron en la investidura de Rodrigo Rato como doctor honoris causa por la Universidad Rey Juan Carlos donde, estampándose un gélido beso, ilustraron la crudeza de su batalla. Y es que, según la versión que ayer difundió la presidenta en los micrófonos de la COPE, no es la primera vez que Rajoy da crédito a las sospechas sobre el equipo de Aguirre. En el 2006, el líder del PP la avisó de que había informes comprometedores para sus vicepresidentes, el propio González y Francisco Granados.

Todo aquello quedó en nada pero, tras las elecciones de marzo del 2008, se reactivó la guerra de dosieres a cuenta de un supuesto enriquecimiento de González, quien reprochó a Rajoy que diera "pábulo" a estos rumores. Ayer Aguirre suscribió estas quejas de su lugarteniente.

La intención de la presidenta madrileña al revelar ahora esta conversación privada es dejar claro que Rajoy sabe desde hace tiempo que hay informes rondando por los despachos, y que ha esperado a que los espiados fueran otros, y no González o Granados, para abrir una investigación interna. Desde el entorno de Rajoy se sostiene que hasta hace unos días no había indicios de seguimientos a miembros del PP, y que investigará "pase lo que pase". "El partido no mirará para otro lado", advirtió Javier Arenas, vicesecretario del PP.

Aguirre es consciente de que tendrá que dar explicaciones sobre las funciones de los expolicías y exguardias civiles que trabajan en la Consejería de Interior. Ella se remite a lo que mañana contará en la Asamblea de Madrid su consejero Granados. En plena ofensiva, Aguirre ajustó cuentas con su otro gran rival: Alberto Ruiz-Gallardón. Ayer avanzó que la Asamblea de Madrid --donde tiene mayoría absoluta-- puede exigir al alcalde que aclare si ha montado una "unidad parapolicial" en el ayuntamiento. El delegado municipal de Seguridad, Pedro Calvo, aclaró que esa unidad se limita a coordinar a los escoltas.

A este cruce de reproches se sumó ayer el fundador del PP, Manuel Fraga: "En mi tiempo no pasaban estas cosas". En los años 90, el caso Naseiro, que apuntaba a una financiación irregular del partido, se archivó por un defecto de forma.