La presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, se han dado hoy el beso más esperado de la política en los últimos tiempos, un mes después de su último desencuentro serio por la no presencia del regidor en la lista del PP al Congreso. El beso en la mejilla que hoy se han dado en la inauguración del intercambiador de Moncloa ha sido el que evitaron darse en la inauguración del intercambiador de plaza de Castilla el pasado día 6, donde los fotógrafos se lo pidieron insistentemente, y el que aseguró la presidenta que sin duda volvería a producirse, durante una visita al municipio vizcaíno de Getxo el pasado día 23.

Y eso que se ha hecho esperar, porque no se ha producido hasta media hora después de comenzado el acto, después de descubrir la placa que recordará la inauguración y tras un desconcertante saludo a la llegada de ambos. Cuando ha llegado la presidenta, cinco minutos después que el alcalde -aunque todavía en hora-, ella se ha acercado a él y se han dado la mano, pero Ruiz-Gallardón se ha apartado lo justo para que los dos besos de Aguirre se quedaran en un sonoro "muac, muac" en el aire.

Pese a ello, los periodistas y los presentes más avezados en leer entre líneas los gestos de ambos líderes populares notaban que el ambiente era mucho menos frío que en la inauguración del anterior intercambiador, en el que apenas se dirigieron la palabra y la mirada. Hoy, ambos han intercambiado opiniones con naturalidad durante toda la visita, que ha continuado desde el vestíbulo del intercambiador hacia la parte ampliada del mismo. Allí, tras descubrir la placa, Ruiz-Gallardón ha pasado la mano por los hombros de Aguirre y ambos han intercambiado un beso en la mejilla, entre bromas de Aguirre por la cantidad de testigos de tan corriente pero, en su caso, anhelado gesto de cordialidad.