Con un "Luis, ¿qué es eso que van diciendo que dices por ahí de mí?", debió empezar la conversación telefónica que ayer mantuvo la presidenta de la comunidad y del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, con el tesorero de su partido, Luis Bárcenas. Aguirre leyó una crónica del diario El Mundo en la que se sostenía que Bárcenas, ante algunos compañeros de partido, ha llegado a asegurar que si él "cae" por el caso Gürtel, otros como Esperanza Aguirre caerán con él, y se harán públicos los detalles de eventos como la boda de la hija de José María Aznar con Alejandro Agag. O sea, que tiraría de la manta. Varios cargos del partido subrayaban ayer que el gestor del dinero del Partido Popular lanza esa afirmación y otras más con tono amenazante por si el equipo de Mariano Rajoy tiene tentaciones de cesarle.

"DE RODILLAS" Bárcenas negó a Aguirre en su conversación telefónica que esas palabras salieran de su boca pero, a pesar de estas explicaciones, la madrileña quiso desquitarse en público de la ofensa y, ya ante los micrófonos, retó a Bárcenas a contar cuanto sepa acerca de ella, dando a entender que no tiene nada que ocultar. "Se lo pido de rodillas", enfatizó.

Es obvio que el tesorero del PP tiene serios problemas en la organización donde trabaja, además de en los tribunales. La resistencia de Rajoy a pedirle que se vaya ha disgustado a buena parte de la organización. Y si Bárcenas se atreve a hacer ese tipo de aseveraciones sobre cómo se "llevaría por delante", si lo considerase necesario, a Aguirre o Aznar, es evidente que a la sede de la madrileña calle Génova se avecina tormenta. Y de la que puede causar graves inundaciones. Si realmente no ha vertido tales amenazas y, sin embargo, varios compañeros de la organización difunden lo contrario, es patente que se está buscando tensar la cuerda con el fin de forzar su cese o su dimisión.

De Rajoy para abajo toda la dirección del PP conoce el malestar interno que ha provocado el respaldo incondicional a Bárcenas, que se niega a dimitir hasta que el líder se lo reclame oficialmente o, en su defecto, el Tribunal Supremo pida al Senado el suplicatorio para investigarle.

FURIA CON LOS COMPAÑEROS Y, según cuentan los que le rodean, cada día que pasa se revuelve con más furia y con palabras gruesas ante los compañeros que osan recomendarle que abandone el partido, incluida la secretaria general, Dolores de Cospedal, y otros vicesecretarios.

Independientemente de que Rajoy crea o no en las supuestas amenazas del tesorero a otros populares, tanto a él como a su equipo parece preocuparle cada vez más el estridente runrún que se ha creado en torno a Bárcenas, que convierte en prácticamente imposible hacer llegar a la opinión pública los mensajes oficiales del PP sobre otras cuestiones. Está por ver si eso hace cambiar a Rajoy de opinión en torno al cese del mismo.

Tan polémica decisión queda en manos del máximo dirigente del partido. Los políticos más veteranos avisan de que ningún partido resiste, sin pagar el peaje correspondiente, el leer con demasiada frecuencia el nombre de su tesorero impreso en los periódicos. Puede que tan pesimista pronóstico esté equivocado. O que el equivocado sea Mariano Rajoy. Ya se verá.