Regina Otaola, del PP, es desde hoy la nueva alcaldesa del pequeño municipio guipuzcoano de Lizartza, feudo de la izquierda abertzale, tras tomar posesión en un pleno en el que la nueva corporación fue recibida entre insultos y ante una gran presencia policial. La bandera española lucía hoy en el salón de plenos del único municipio de Guipúzcoa donde el PP ha logrado la Alcaldía -con 27 votos-, un pueblo donde se contabilizaron 142 votos en blanco, opción defendida por el PNV, que no presentó lista, además de 186 nulos que la izquierda abertzale reclama para Acción Nacionalista Vasca.

La sesión comenzó a las nueve de la mañana, pero casi una hora antes varias dotaciones de la Ertzaintza rodeaban ya el edificio consistorial, en cuya fachada, bajo las fotos de presos de ETA, una cruz gamada acompañaba a las siglas del PP. Una pintada en recuerdo de la etarra de Lizartza Inazia Zeberio, que murió en un tiroteo con la Ertzaintza en 1998, sobre el emblema de la banda terrorista, y otra contra el dirigente del PNV Joseba Egibar, anterior alcalde de la localidad, también se podían ver en esa pared exterior del Ayuntamiento.

Ante ella, algo más de medio centenar de personas se concentraron poco después de la ocho para protestar por la llegada al pueblo de los nuevos concejales y dirigentes del PP vasco, entre los que se encontraban Carmelo Barrio, María José Usandizaga, Antonio Basagoiti y Leopoldo Barreda. Entre gritos en euskera de "ladrones", "fascistas fuera" y otros insultos fueron entrando los populares en la casa consistorial, donde Otaola y sus seis compañeros juraron "cumplir fielmente" sus obligaciones, "con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado".

El momento de la toma de posesión fue interrumpido en varias ocasiones, con gritos de "a Madrid", "a la mierda" o "partido fascista", por algunos de los presentes en el pequeño y abarrotado salón de plenos, en el que tras un cordón policial apenas podía verse a los miembros de la nueva corporación. Otaola había advertido de que ordenaría el desalojo si se producían altercados, medida que no llegó a tomar porque los simpatizantes de la izquierda abertzale, entre ellos las cuatro personas que ANV considera que son sus concejales electos, abandonaron el salón de plenos por propia iniciativa.

Ya sólo con el sonido de fondo de los flashes de los fotógrafos, la alcaldesa intervino para asegurar que su equipo pretende "desplegar durante estos cuatro años una auténtica acción por la libertad, para lograr borrar los vestigios de la coacción terrorista de manera definitiva". "Quiero dejar hoy bien claro que nada, excepto lo inevitable, va a apartarnos de nuestro principal objetivo, que es la libertad para todos", destacó la alcaldesa, quien reprochó al nacionalismo democrático no haber "sabido estar, a las duras y a las maduras, con los ciudadanos que se ven privados de libertad para asegurarles una vida digna si daban la cara frente a los violentos en sus respectivos pueblos, como Lizartza", donde PNV y EA decidieron no presentar candidaturas.

Otaola anunció cuál será su primera orden: "quitar de la fachada de este Ayuntamiento tanto las pancartas como las fotos que cuelgan del balcón". La nueva corporación abandonó el consistorio al igual que accedió a él, protegida por la Ertzaintza, entre los gritos de las personas que continuaban concentradas fuera y que, además de preguntarse "dónde está el 'lapurra' (ladrón) de Egibar", protestaban porque el PP había llevado a su pueblo "más policías que votos" y porque los populares "van a militarizar el pueblo durante cuatro años".