En medio de un secarral, sin comodidades y a pocos metros de la frontera de Israel y de pueblos libaneses en los que la influencia de Hizbulá es completamente visible, los soldados españoles están ayudando a que se mantenga el cese de hostilidades.

El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, que visitó ayer por primera vez a las tropas desplegadas en septiembre, animó a los soldados a seguir porque su labor, dijo, está contribuyendo "a estabilizar una región muy importante" para lograr que "el mundo sea más seguro".

Alonso, que el viernes se reunió con el primer ministro y con el titular de Defensa libaneses, Fuad Siniora y Elias Murr, respectivamente, se mostró optimista sobre la situación. Aseguró que la guerrilla Hizbulá e Israel están dispuestos a trabajar por la paz y la seguridad en el Líbano. "Hasta el momento --dijo--, al margen de problemas puntuales, se ha acreditado la voluntad de todos los actores de llevar a buen término la misión de la ONU", que tiene como objetivo que el Gobierno libanés controle todo su territorio. El ministro agradeció a las tropas españolas que con "profesionalidad, valor y rapidez" estén poniendo en pie los campamentos, identificando y desactivando explosivos y ayudando a mantener el cese de hostilidades y libre de armas la zona. En breve, además, las tropas españolas prestarán sus equipos sanitarios para reconocer a niños y a personas heridas.

ENCLAVE DIFICIL El ministro visitó primero la base Miguel de Cervantes, en Marjayoun, donde, a partir del 1 de noviembre, las tropas españolas dirigirán una de las dos brigadas internacionales. Ahora, 375 legionarios, ingenieros y equipos de logística están habilitando un campamento de 200.000 metros cuadrados para 1.200 soldados, más los 100 oficiales encargados de dirigir las operaciones. La base está a 80 kilómetros de Beirut.

Se trata de un enclave difícil pues está muy cerca de la frontera de Israel y cerca de localidades donde Hizbulá tiene gran influencia a juzgar por las numerosas fotografías de sus líderes y mártires que cuelgan por las calles. Además, el perímetro del campamento no está fortificado. Una valla metálica, un hoyo por detrás y la vigilancia de los soldados es su única defensa.

El teniente coronel Fontana explicó al ministro que la base estará concluida en dos meses y que el objetivo consiste en que las tiendas de campaña serán sustituidas por módulos con calefacción y aire acondicionado. El clima es casi la única queja de los militares españoles, ya que por la noche hace mucho frío y por el día el calor es intenso.

Aunque desde que llegaron en septiembre no han descansado ni un día, y empiezan su trabajo a las seis de la mañana, los soldados afirmaron que no tienen ninguna queja. Al contrario, dijeron que la "moral está alta" y que están muy "orgullosos" de su trabajo. También destacaron el buen trato que les ha dispensado la población.

A continuación, el ministro visitó la base de Taibe, que se llama Isla de León en honor a San Fernando de Cádiz, de donde proceden la mayoría de los 500 soldados de la infantería de marina que viven en ella. Este fue el primer campamento que establecieron los españoles y será abandonado progresivamente a partir del 1 de noviembre.