Nadie conoce la verdadera historia de Julián Muñoz Palomino (El Arenal, Avila; 1942). Se sabe que llegó a Marbella en 1983 y que, tras años trabajando como camarero, logró abrir su propio restaurante. El negocio le iba mal, pero un día ocurrió el milagro: "Tuve suerte, me vinieron a buscar para ir a la política y lo vendí todo", dijo una vez el alcalde de Marbella. Política y enriquecimiento son sinónimos si la política se hace bajo tutela del tío Gilito .

El sueño de la política le fue tan bien que le dio, entre otras cosas, para gastarse 40 millones de pesetas en relojes y ampliar mucho, no se sabe cuánto, su patrimonio.

En poco tiempo, Julián Muñoz pasó a ser don Julián y Jesús Gil acabó viendo en él a su perfecto sucesor. Tan perfecto que le acabaría traicionando. Cuando el año pasado accedió a la alcaldía tras la inhabilitación de su mentor, Julián Muñoz ya lo tenía todo. Todo menos popularidad. Precisamente para cubrir esa parcela apareció en su vida Isabel Pantoja. Ella necesitaba un señor poderoso. Y él, una viuda de España para meter los bigotes en la prensa del corazón.

LOS NEGOCIOS DE ISABEL

El año pasado, el desembarco de Pantoja en Marbella fue de lo más elocuente. Su restaurante y su pub en Fuengirola, Cantora y Kantora Copas, no funcionaban bien. Y si hasta a Dinio le iba bien con su bar en Marbella, ¿qué hacía ella sufriendo en Fuengirola? Entonces empezó a dejarse ver por todo tipo de fiestas de Puerto Banús. Era de prever que los corazones y los intereses de Muñoz y Pantoja conectarían. Y hasta tal punto conectaron que Muñoz rompió su matrimonio con la hoy despechada Maite Zaldívar, la misma que se había mostrado comprensiva, nadie sabe por qué, en la campaña electoral. El alcalde ofreció a la tonadillera un contrato para ser la imagen de Marbella. La oposición se echó encima y el contrato quedó en punto muerto hasta pasado el 25-M.

Pero la jugada estaba calculada. Las imágenes de Julián Muñoz en El Rocío orinando en la carretera y pasándole luego la mano por la cara a su nuevo amor quedaron grabadas. Muñoz ya era un personaje del corazón y como tal montó su campaña política, destinada a votantes con papeletas rosas. En Marbella no hay mitin más multitudinario que el de la revista ¡Hola! . Una buena estrategia, hasta que Gil dijo basta.