El padre Angel García está hecho para la polémica. Fundador y presidente de la asociación Mensajeros de la Paz, asegura que le habría hecho "feliz" que lo tacharan de comunista y rechaza con vehemencia una guerra contra Irak. Al mismo tiempo es criticado por sus supuestas conexiones con los sectores más recalcitrantes de la derecha, de haber sido un protegido del almirante Luis Carrero Blanco y de recibir cuantiosas subvenciones del Gobierno del PP. En 1999 recibió 538 millones de pesetas en ayudas oficiales que, sumadas a las privadas, arrojaron unos ingresos de casi mil millones de pesetas.

Este asturiano de 65 años tiene una singularidad añadida: se le considera guía espiritual de Ana Botella. Y ella es, a su vez, la presidenta de honor de Mensajeros de la Paz. El padre Angel no oculta su satisfacción por el salto de Botella a la política. "Ana sabe que va a sufrir, pero también sabe que va a servir. Si me hubiera preguntado mi opinión, le hubiera dicho que es mucho más cómodo no presentarse. Pero ella ha tenido la valentía y... ¡aleluya!", dijo ayer a EL PERIODICO poco después de confirmarse la noticia.

CRITICAS POR POLITICA

"He recibido críticas de que a veces estoy con el poder y con la derecha. A veces, que estoy con los de la izquierda. Cuando das de comer, eres un santo; cuando exiges que den de comer, eres un comunista", se queja el padre Angel.

Niega las acusaciones de que haya oficiado misas en los aniversarios de Franco, de Primo de Rivera o de Carrero Blanco. Pero añade que si alguien le pide una misa, la hace "incluso por los que mueren de ETA".

Para probar su independencia, se jacta de ser "una de la únicas personas que han hecho llorar a Franco". Cuenta que, hacia 1971, visitó al dictador con un grupo de niños pobres para transmitirle "lo injusto" de la situación. Uno de los niños tiró del fajín al Generalísimo y a éste "se le cayeron unos lagrimones". "Me dijo: ´Yo fui un niño de éstos, yo no tuve una infancia feliz´, porque sus padres estaban separados", cuenta el padre Angel.

Tras el encuentro, Franco le mandó una aportación de 3.000 pesetas, pero el cura rechazó el dinero. "A la media hora me llama el gobernador civil para decirme que me enviaría de nuevo al motorista y que esta vez cogiera el dinero, porque, si no, lo iban a fusilar", cuenta el cura. Y añade: "Entonces acepté la ayuda".