La expropiación de Aerolí- neas Argentinas, del grupo Marsans, sobrevoló ayer todas las reuniones mantenidas entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y las autoridades españolas. Tanto la mandataria suramericana como el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, se conjuraron ante los medios de comunicación para que ese proceso, que Kirchner justificó y consideró necesario, no dañe las "excelentes relaciones" entre ambos países, aunque uno y otro son conscientes de que el caso Aerolíneas ha distanciado a las dos capitales y ha provocado el aplazamiento de esa visita a Madrid en dos ocasiones.

El asunto, un culebrón económico lleno de amenazas, incumplimientos y leyes especiales, puede tener un final cercano, aprovechando el desplazamiento de Kirchner a España, aunque, según aseguró ayer, no tiene previsto reunirse con los directivos del Grupo Marsans.

En estos momentos, Marsans está pendiente de que el Gobierno de Kirchner asuma parte de un contrato de compra de más de 60 aparatos Airbus, de manera que el grupo español sea compensado de alguna manera al recuperar los 150 millones de dólares que adelantó. Zapatero pidió que no se considere que "la resolución de un tema complicado" supone un "conflicto" diplomático. No obstante, aprovechó para añadir: "Sería bueno para todos que tuviéramos un buen final. La empresa trabaja para ello, Argentina también y nosotros también".

CONFIANZA DE IRAN Zapatero también pidió ayer al presidente del Parlamento iraní, Alí Lariyani, que su Gobierno ofrezca "un gesto de confianza" ante la oferta de diálogo hecha por Barack Obama, si el régimen abandona sus planes atómicos. Lariyani llegó el domingo a Madrid, donde ayer se reunió con Zapatero y el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos.