Pocos se acuerdan ya en la Moncloa de las vacaciones. La apretada agenda que vivirá el Gobierno y la actividad parlamentaria a partir de la semana que viene ha obligado al equipo de Zapatero a ponerse las pilas ante la evidencia de lo mucho que se van a jugar en un mes. Los presupuestos del 2010, con subida de impuestos y posible congelación salarial de los funcionarios incluidos; la aprobación en las Cortes del nuevo modelo de financiación autonómica; la recuperación del diálogo social; las leyes del aborto, de extranjería, de economía sostenible y de libertad religiosa; el decreto de la TDT de pago y la espada de Damócles del fallo del Constitucional sobre el Estatut pondrán a prueba el crédito del Ejecutivo y, al mismo tiempo, su capacidad de consolidar alianzas estables.

Con ese objetivo, el grupo socialista advertirá a los partidos minoritarios de la Cámara que cuenta preferentemente con ellos, pero que la negociación deberá ser global, y no puntual. En este sentido hará gestos para conseguir su apoyo a los presupuestos, pero a cambio quiere que se comprometan a tener una actitud favorable. Con ello buscan "bajar los humos" a partidos como ERC o IU-ICV que, pese a saludar efusivamente el pacto de financiación autonómica, le siguen planteando críticas severas en múltiples frentes como la inmigración, las infraestructuras y la economía.

Se trata de vasos comunicantes, de tal manera que un esfuerzo del Gobierno en las cuentas del Estado ha de ser compensado por parte de los beneficiados permitiendo al PSOE no tener que sufrir las últimas escenas de inestabilidad que, en situación de crisis, no hacen sino acentuar una de las críticas más reiteradas a Zapatero: la improvisación. Una de las balas en la recámara podría ser la recuperación de la entente con el PNV, dispuesto a negociar los presupuestos.