No es la primera vez que se publica que ETA es como el ave fénix, que resurge de sus cenizas. La banda ha demostrado que es capaz de recuperarse por muy duros que sean los golpes. Y más teniendo en cuenta que la operación del martes, por mucha trascendencia que tenga la caída del número uno, Francisco Javier López Peña, Thierry, no ha sido completa, según los expertos de la lucha antiterrorista. Todavía siguen libres el jefe de los comandos Garikoitz Aspiazu, Txeroki, sus lugartenientes, y el veterano José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera. Además los expertos consideran que sería clave la caída del jefe de explosivos, el que los ha elaborado o ha adiestrado a los comandos en la fabricación de las últimas y letales bombas. Algunas fuentes creen que se trata de Eneco Gogeaskoetxea.

El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, admitió ayer que el operativo fue importante pero no supone "el golpe definitivo". Desafortunadamente, añadió, los planes de la banda "siguen independientemente de las detenciones". En la misma línea, el socialista vasco Ramón Jáuregui pidió que no se pierda la perspectiva histórica, porque operaciones similares en el pasado no han significado "el final" de la banda terrorista. "Es verdad que todos los terroristas terminan cayendo pero, desgraciadamente, tienen una cierta capacidad regenerativa", reconoció.

UNA BANDA MERMADA Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas manejan la misma tesis que los políticos. La mayoría no se atrevía ayer a aventurar qué consecuencias concretas tendrá la detención de Thierry y tres integrantes relevantes del aparato político, el que diseña la estrategia a seguir, más allá de pronosticar que, casi con total seguridad y atendiendo a experiencias pasadas, la organización terrorista intentará atentar inmediatamente para demostrar su fuerza. Sin embargo, a medio y largo plazo, apuntaron, deberá recomponer su dirección y estudiar qué aspecto ha fallado en su autoprotección, lo que podría debilitar los ataques.

Los expertos confían en que la operación sea aún más fructífera y que la abundante documentación incautada en el apartamento de Burdeos conduzca a nuevos arrestos. El objetivo número uno sigue siendo Txeroki quien, aunque ha perdido peso en la organización, sigue al frente de los comandos. Junto a él se encuentran dos hombres fuertes: Aitzol Iriondo, Asier o Gurbitz, al que la policía señala como el tercer etarra que participó en el asesinato de dos guardias en Francia, y el veterano Juan Cruz Maiztegi, Pastor. Otros etarras de su confianza son Asier Eceiza, Gordo, y José Luis Eciolaza, Dienteputo.

RECOMPOSICION Asimismo, la caída del experto en explosivos, al parecer el técnico en electrónica Eneco Gogeaskoetxea, podría frenar los sucesivos ataques con coche bomba. No obstante, en verano fue desarticulada la fábrica de explosivos y ETA recompuso rápido esa estructura. En el aparato político, pese a que ha quedado mermado, siguen Josu Ternera y su hijo Egoitz.

Y no hay que olvidar que en el País Vasco está actuando el potente complejo Vizcaya, compuesto de liberados pero también de etarras no fichados y, por tanto, difíciles de capturar.

No obstante, no todos los especialistas son pesimistas. Algunos destacan que ETA no es la misma que en los años 80 y 90, no solo porque ha perdido capacidad operativa, sino sobre todo porque la banda cuenta con menos apoyo social, económico y de los presos, lo que la conduce a un deterioro imparable, por mucha fuerza que demuestre a corto plazo.