La lucha por el control de la gerencia de urbanismo ha sido el detonante de la despiadada batalla política desatada en Marbella.

Días después de que Julián Muñoz, el alcalde, se sentara a negociar con la Junta de Andalucía un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y anunciara el cese de Juan Antonio Roca, gerente de la sociedad municipal Planeamiento 2000 y mano derecha de Jesús Gil, éste decidió dar un golpe de mano apoyado por su exbestia negra Isabel García Marcos (PSOE), y por un antiguo hombre de confianza, Carlos Fernández, hoy en el PA, aunque inició su carrera en el GIL.

Según Fernández, tras el pacto contra el alcalde "no hay corrupción ni locura política", sino una estrategia para acabar con el GIL aprovechando su "tremenda fractura interna". Muñoz se ha sentido fuerte para desafiar a Jesús Gil, su mentor, y eso ha desencadenado una grave crisis en un partido forjado desde sus inicios en torno a los intereses inmobiliarios. El gran beneficiado es el PP, que queda aparentemente al margen de la batalla.

EL ESTORBO DE MUÑOZ

Roca, el hombre que ha realizado los planes urbanísticos de Marbella en la última década, y sobre el que pesa la acusación de desviar 30 millones de euros (5.000 millones de pesetas) a las cuentas personales de Jesús Gil mientras que el ayuntamiento tiene una deuda de 360 millones de euros (casi 60.000 millones de pesetas), era un estorbo para Muñoz, que pretendía lograr un PGOU para Marbella aceptando las directrices de la Junta, que ya había rechazado tres veces en cinco años las propuestas de Roca.

Muñoz, asesorado por su abogado y presidente del Sevilla F.C., José María del Nido, anunció que no daría más licencias de obras que contravinieran el plan vigente, de 1986. Pero la clave la dio Jesús Gil: "Aquí se vive de convenios y licencias. Si no, esto es una asfixia". Como no queda dónde construir, Gil quiere libertad para recalificar zonas verdes.