De lo hasta ahora desvelado sobre la trama de Madrid, sólo un dato parece concluyente: que los implicados no suelen reservar las habitaciones del hotel en las que se alojan. De esa molesta tarea se ocupan los promotores Francisco Vázquez y Francisco Bravo, militantes populares, bien relacionados con la cúpula del PP de Madrid y amigos de Eduardo Tamayo.

Cuando Tamayo y su compañera María Teresa Sáez protagonizaron la fuga más sonada de la política madrileña, fue uno de los bautizados como franciscos, concretamente Bravo, quien les alquiló las habitaciones en las que se ocultaron esa noche --en el Hotel AC Los Vascos-- y la sala de reuniones en la que el tránsfuga recibió a la prensa, en el Husa Princesa.

Un mes antes, el abogado José Esteban Verdes, asesor de Tamayo, había pedido a su amigo Fernando Bastarreche --director de la empresa pública Madrid Excelente-- que le consiguiera una suite de lujo en el selecto Hotel AC Santo Mauro para pasar la luna de miel con su prometida, Paloma García Romero, hoy edil de Alberto Ruiz-Gallardón.

Al fracasar, Bastarreche recurrió a un amigo más influyente. Vázquez hizo la reserva con la orden de que Verdes no pagara ni un euro, pero García Romero, ya desatado el escándalo, se rascó el bolsillo.