El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, se entrevistó ayer en Israel con sus principales dirigentes políticos para preparar el terreno al primer viaje oficial de Zapatero a la región y sondear el escenario que se encontrará España cuando asuma la presidencia europea. Su visita coincide con una mejoría en las relaciones entre ambos países, marcadas desde hace años por la suspicacia y los rifirrafes diplomáticos, pero engrasadas recientemente por gestos como los de limitar la jurisdicción universal de los tribunales españoles. Tanto es así que un articulista del diario Haaretz titulaba el martes: Israel no debe preocuparse, tiene un amigo en España .

Moratinos refrendó esa buena sintonía en un acto ante la prensa española en Jerusalén tras reunirse con el ministro de Defensa, Ehud Barak, la jefa de la oposición, Tzipi Livni, el presidente, Shimon Peres, y el primer ministro, Binyamin Netanyahu. "El nivel de entendimiento actual es muy bueno. Con Netanyahu he compartido muchas horas de trabajo y, aunque no coincidimos en todo, hay respeto y voluntad constructiva".

El clima actual parece responder a una decisión deliberada de la diplomacia española de acercarse a Israel para aumentar su influencia en el proceso de paz. La premisa coincide con la europea: cuanto más cerca de Israel, mayores las opciones de influir en sus decisiones.

MEDIADORES Moratinos ha impulsado en los últimos meses varios gestos de acercamiento. A la limitación de la justicia universal hay que unir su condena a una entrevista publicada por El Mundo al revisionista del Holocausto, el historiador David Irving. Esa reprobación ha sentado como agua de mayo. Pero quizás el hecho más significativo fue que Moratinos fuera el primer dirigente europeo en visitar al ultranacionalista Avigdor Lieberman, un político marginado por varios estados europeos y árabes debido a su radicalismo.