En tono grave y solemne, José María Aznar acusó ayer al lendakari, Juan José Ibarretxe, de aprovecharse del terrorismo de ETA para lanzar su desafío al Estado. El presidente del Gobierno advirtió de que el Ejecutivo español utilizará "todos los resortes" para combatir un "plan de secesión" que, a su juicio, se ha planteado con "mil muertos" sobre la mesa.

El mensaje que lanzó al nacionalismo vasco en Barcelona, donde participó en el foro de la Nueva Economía ante una amplia representación del empresariado catalán, lo hizo extensible a todos los nacionalismos. "La democracia española no acepta desafíos", sentenció en referencia a todas aquellas propuestas "rupturistas", que cuestionen "las reglas del juego" establecidas en la Constitución y los estatutos.

Aznar entró en este terreno tras iniciar su conferencia con una mención "no deseada" al plan de Ibarretxe, aprobado el sábado por el Ejecutivo vasco. Lejos del tono crispado que acostumbra a emplear cuando se refiere al PNV, Aznar adoptó una actitud serena en la forma, pero igual de dura en el fondo. Así, opinó que el proyecto es "una de las mayores barbaridades que se conocen, tanto en España como en Europa".

LOS VOTOS DE BATASUNA

El presidente consideró que se trata de "un desafío conjunto a la sociedad española" y afirmó que "no pueden cerrarse los ojos ante elementos que no pueden olvidarse, como la amenaza terrorista que le acompaña". Insistió en este punto al señalar que el plan podría ser aprobado por el Parlamento vasco "con el apoyo de una banda terrorista", en alusión a los votos de Batasuna.

Por todo ello, Aznar anunció que el Gobierno se opondrá "tanto política como jurídicamente" a esta "iniciativa unilateral de ruptura". Según dijo, Ibarretxe "no ha respetado las reglas del juego, por lo que deberá afrontar las consecuencias". Además de utilizar los resortes del Estado, Aznar quiere que su ofensiva cuente con respaldo social. El presidente pidió a la sociedad española una "activa movilización, pacífica pero firme, tan extensa como resuelta" contra un plan que, según dijo, supondría la salida irremisible del País Vasco de España y de la UE.

El jefe del Ejecutivo rechazó toda propuesta que suponga la "demolición del edificio de la estabilidad institucional que ha supuesto la Constitución", que ha permitido a España disfrutar de "los mejores 25 años de su historia contemporánea".

"LOCALISMOS"

A renglón seguido, citó los logros económicos alcanzados en este periodo refiriéndose sobre todo al crecimiento y la tasa récord de empleo en Cataluña. "Nada de esto dará frutos si cuestionamos el marco constitucional o nos replegamos en localismos", advirtió. "Cataluña debe seguir siendo central, nunca periférica", señaló Aznar. Aseguró, además, que esta comunidad es la más beneficiada en el plan de infraestructuras 2000-2007 y recordó que, con el PP en el poder, se ha alcanzado el mayor autogobierno.

Opinó que "hasta ahora Cataluña ha sabido interpretar bien su papel" contribuyendo a la estabilidad con un catalanismo cercano al de Francesc Cambó, del que eligió esta cita: "El progreso de una región debe ser compartido con las demás".

Aznar advirtió de que la pujanza de Cataluña pasa por mantener este espíritu en el futuro, y que es "incompatible con el ensimismamiento" que proponen algunas fuerzas, en alusión a iniciativas como el nuevo Estatuto que plantea CiU. "Deseo que los catalanes continúen avanzando por la senda de la estabilidad", indicó el presidente tras recordar que en las elecciones madrileñas del domingo se produjo una apuesta por "una opción sensata, de moderación y de responsabilidad" dando la mayoría a la candidata popular, Esperanza Aguirre.