Tras ceder a Mariano Rajoy el liderazgo del PP y la candidatura a la Moncloa, José María Aznar ha comunicado a sus colaboradores que no encabezará la lista del PP en las elecciones europeas del 2004 ni pugnará por la futura presidencia del Consejo de la Unión Europea (UE). Según fuentes gubernamentales, el presidente ha desistido de su propósito de hacer carrera política en Europa ante la convicción de que su enfrentamiento con el eje franco-alemán le auguraba pocas posibilidades de éxito.

PROPUESTA CON BLAIR

Aznar empezó a acariciar la esperanza de dar el salto a la política comunitaria tras su victoria en las generales del 2000. A tal efecto aprovechó la presidencia semestral de la UE, que España ocupó el pasado año, para reforzar su protagonismo europeo, al tiempo que afianzaba su alianza con el primer ministro británico, Tony Blair. Ambos impulsaron la propuesta de que, tras la ampliación de la Unión al Este, se creara una presidencia estable ocupada por un exgobernante.

La propuesta, que en el borrador de la nueva Constitución europea fija un mandato presidencial de dos años y medio, encajaba con el perfil de Aznar. Primero, porque ya habrá abandonado la Moncloa cuando se ejecute la reforma institucional de la UE. Y segundo, porque, tras el mandato del socialdemócrata Romano Prodi como presidente de la Comisión Europea, la nueva presidencia del Consejo, verdadero contrapoder del Ejecutivo comunitario, será reivindicada por el Partido Popular Europeo (PPE), sobre el que Aznar ejerce una fuerte influencia.

Hasta hace unos meses, los asesores de Aznar incluso defendían la conveniencia de que, para reforzar sus opciones como presidente europeo, encabezase la lista del PP en las elecciones al Europarlamento de junio del 2004.

El gabinete presidencial siempre asumió que las malas relaciones de Aznar con el canciller alemán, Gerhard Schröder, podían entorpecer sus planes, aunque confiaban en su derrota ante el conservador Edmund Stoiber, que no se produjo.

EL FATAL APOYO A BUSH

Pero ha sido la guerra de Irak, y sobre todo el entusiasta respaldo del Gobierno español a la estrategia bélica de Estados Unidos, los factores que definitivamente han dado al traste con las cábalas del presidente y de los fontaneros de la Moncloa. Tras promover junto a Blair un frente europeo en favor del "ataque preventivo", Aznar denostó el no a la guerra del presidente francés, Jacques Chirac, y del canciller alemán, además de exigir sanciones para sus respectivos países por incumplir el pacto de estabilidad.

La consecuencia más visible de su confrontación con Chirac y Schröder ha sido la exclusión de Aznar de la cumbre tripartita que ambos celebran hoy con Blair para buscar una postura común de la UE sobre la posguerra iraquí. El presidente español, que ha enviado a 1.300 soldados a Irak, será el único dirigente europeo presente el Consejo de Seguridad de la ONU pero ausente en el encuentro de Berlín.

Cegada por todos estos escollos la salida hacia Bruselas, Aznar ha cerrado la puerta a la posibilidad de ser cabeza de cartel del PP en las europeas. Fuentes de la Moncloa aseguran que ya no aspira a ningún cargo público cuando deje el Gobierno, sino a erigirse en referente intelectual del centro-derecha desde su laboratorio de ideas, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES). Tras las generales también cederá a Rajoy la presidencia del PP.

LA AVENTURA AMERICANA

Pero, junto a la presidencia de la FAES, Aznar ha comentado que su principal empeño cuando deje el poder será reforzar el vínculo transatlántico entre Europa y EEUU, así como la presencia española en los estados norteamericanos con más población hispana. Así lo insinuó el pasado julio en California, y desde entonces la FAES trabaja para diseñar una plataforma política que facilite su futura aventura americana.