La confrontación entre populares y socialistas a cuenta de Irak dista de amainar tras el fin de la guerra. Los focos de debate son ahora el nuevo papel internacional de España y el grado de legalidad de la administración estadounidense de Irak. El presidente, José María Aznar, defendió ayer su apuesta por EEUU y afirmó que, de haber atendido las opiniones del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, España estaría ahora junto a los países que han quedado "en una posición irrelevante y aislada", en referencia a Francia y Alemania.

LA MINICUMBRE DE BRUSELAS

El presidente aludió en términos desdeñosos a estos dos poderosos miembros de la Unión Europea (UE) en la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso. Sobre el debate planeó la reunión del martes en Bruselas, donde los líderes de Francia y Alemania, Jacques Chirac y Gerhard Schröder, discutieron con los mandatarios de Bélgica y Luxemburgo cómo construir una política de defensa europea alternativa a la OTAN.

Aznar espetó al líder del PSOE que había hecho una "apuesta muy fuerte" con la guerra de Irak, que "le ha salido mal, muy mal" y le ha dejado en una situación "insostenible". A la vista de la minicumbre de Bruselas, esta vez el presidente renunció a restregarle a Zapatero que París y Berlín habían empezado a rectificar su actitud hostil hacia Washington, como hizo en anteriores debates parlamentarios.

El líder socialista acusó a Aznar de practicar una política exterior de "tierra quemada" y de causar divisiones en la ONU y la UE con su apoyo incondicional a la línea belicista del presidente de EEUU. Alegó que uno de los resultados de ese cisma fue la cita de Bruselas, cuyo objetivo juzgó "razonable" y sus formas, "mejorables". Zapatero introdujo este matiz un día después de haber apoyado sin reservas el encuentro y haber lamentado que España no hubiera estado presente.

El duelo verbal entre el Gobierno y el PSOE prosiguió con las intervenciones del vicepresidente Mariano Rajoy y los titulares de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y Defensa, Federico Trillo. El PSOE centró sus ataques en el papel de España en la posguerra iraquí. Los socialistas Manuel Marín y Jesús Caldera acusaron al Ejecutivo de participar en una administración "ilegal". El segundo advirtió también de que dicha administración será una "dictadura militar" si no cuenta con un mandato de la ONU.

Marín criticó la decisión del Gobierno de "empotrar" funcionarios en la administración norteamericana de Irak, porque, a su juicio, EEUU ha pasado de ser una potencia ocupante a ejercer una "usurpación" administrativa, al carecer de mandato de las Naciones Unidas. En la misma línea, la también socialista Juana Serna reclamó al Gobierno que "retire" el decreto que fija la aportación de funcionarios españoles al virreinato estadounidense en Irak.

Palacio respondió que la contribución española se enmarca en el consenso logrado en la reciente cumbre de los Quince, que apoyaron el deber de EEUU de atender las necesidades inmediatas de Irak.