Una audiencia del rey Juan Carlos a las más altas instituciones del Estado y a los presidentes autonómicos inauguró ayer los actos conmemorativos del XXV aniversario de la Constitución. Este homenaje institucional a la Carta Magna, frío y algo deslucido por la ausencia de discursos, propició una breve charla entre el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el lendakari, Juan José Ibarretxe, la primera desde su última cita en la Moncloa, en julio del 2001.

Como presidente del comité de honor de la comisión organizadora del XXV aniversario del referendo constitucional, el Rey reunió ayer en el Palacio Real a todos los miembros del comité, en el que figuran, entre otros, los presidentes del Gobierno, el Congreso, el Senado, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo, todos los mandatarios autonómicos, los portavoces parlamentarios, los líderes sindicales y los ponentes de la Carta Magna. Sólo excusó su asistencia el presidente aragonés, el socialista Marcelino Iglesias, de viaje en Bruselas.

RELACIONES INSTITUCIONALES

Descontada la comparecencia del presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, fue la inesperada participación de Ibarretxe la que polarizó la atención. Fuentes del Gobierno vasco remarcaron que el lendakari aceptó la invitación para testimoniar que su plan soberanista "no busca la ruptura" y evidenciar que "las relaciones institucionales deben desarrollarse con normalidad al margen de las ideas políticas de cada cual". Sutil pulla para Aznar, que se niega a recibir a Ibarretxe para discutir su anunciada reforma estatutaria.

Tal vez por ello, el lendakari aprovechó los preparativos de la foto de familia --ante los focos de los medios de comunicación-- para acercarse al jefe del Ejecutivo y, de ese modo, forzar la primera conversación con él en más de dos años. No hubo apretón de manos ni trascendió el contenido exacto de la charla, de apenas 20 segundos durante los que Aznar exhibió una forzada sonrisa a medio camino entre la cordialidad institucional y el sarcasmo.

Después Ibarretxe se situó en el lugar que protocolariamente le correspondía: entre el vicepresidente Javier Arenas y el presidente andaluz, Manuel Chaves. Con el dirigente popular apenas cruzó dos palabras, mientras que con el dirigente socialista departió largamente. El lendakari también recibió el saludo del nuevo líder del PP, Mariano Rajoy.

Entre los políticos congregados en el Palacio Real causó sorpresa la rigidez y frialdad de un acto que, excepcionalmente, reunía a tantas autoridades. Pero sólo el socialista José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, confesó su malestar. Bono juzgó "un poco lamentable" que el aniversario constitucional no motivara un acto "mejor organizado" que incluyera un discurso del Rey. Fuentes de la Zarzuela precisaron que el formato solicitado por la Moncloa, la audiencia real, no permite discursos.

CRITICAS A HERNANDO

Por otra parte, el discurso hecho el martes por el presidente del Supremo, Francisco José Hernando, llevó ayer al portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti, a emplazar al Rey a que "llame al orden" a quienes, desde cargos institucionales, "faltan al respeto" a otras instituciones, como el Gobierno vasco. Hernando también recibió ayer las críticas del coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, del líder del PSC, Pasqual Maragall, y del consejero jefe de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas. Por contra, el presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, respaldó a Hernando.