José María Aznar reclamó ayer a todos los partidos políticos "unidad" en torno a su política iraquí, pocas horas después del funeral por los siete agentes secretos españoles caídos el sábado al sur de Bagdad. El presidente formuló su llamamiento ante el pleno del Congreso sin renunciar un ápice a su alineamiento con EEUU, lo que cerró el paso a cualquier diálogo. La oposición, con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza, responsabilizó a Aznar de la gravedad de la situación y le exigió que rectifique.

El primer debate monográfico sobre Irak que protagonizaba el presidente desde el fin de la guerra --hace ocho meses, demora muy criticada por la oposición-- evidenció que aún pervive la fractura entre el Gobierno y los opositores por el conflicto, pese a la voluntad expresada por algunos dirigentes de mirar hacia adelante a fin de solucionar el avispero iraquí.

El luto oficial por la muerte de los espías españoles no libró al debate de escenas de crispación. Aznar y Zapatero se echaron en cara frases que pronunciaron meses atrás respecto a la previsible llegada a España de los primeros féretros. El líder de los socialistas recomendó al presidente no volver a utilizar a las víctimas como fuente de confrontación. "También cabe el honor en política", dijo.

RESISTENCIA O TERRORISMO El presidente encuadró la intervención en Irak dentro de la lucha contra el terrorismo, omitiendo en todo momento que el argumento original para la guerra fue la supuesta existencia de armas de destrucción masiva en Bagdad. Alegó que los que cometen atentados en el país árabe "no son resistencia, ni fuerzas de liberación, ni nada que se les parezca, sino terroristas". Echando mano de los siete espías muertos, espetó a la oposición: "¿Cómo se llama el acto en que murieron nuestros compatriotas? ¿Resistencia o terrorismo?"

Ni en su primera intervención, ni en la que que cerró el debate --no hubo lugar a réplicas--, el presidente dio su brazo a torcer. Sostuvo que la intervención actual tiene la cobertura de la ONU, dijo que la situación en el país árabe es mejor que antes de la guerra y proclamó que "España sigue tan comprometida como el primer día con la causa de la libertad, la seguridad y la estabilidad". "Es nuestra causa", sentenció, tras lo que explicó su alineamiento con EEUU con el argumento de que España "necesita tener aliados".

DEMANDA DE DIALOGO La oposición rechazó todos los argumentos del presidente. Zapatero propuso a Aznar abrir el diálogo y superar la discusión sobre su "responsabilidad" a cambio de que rectifique. Criticó a Aznar su "seguimiento ciego" de Estados Unidos, enumeró los "siete errores" del Ejecutivo y citó tres puntos para el consenso: aproximar posturas con la UE y Rusia, dar más protagonismo a la Liga Islámica y que el futuro Gobierno provisional tenga "toda la legitimidad de la ONU".

Zapatero insistió en su deseo de que las tropas españolas regresen "cuanto antes", pero en esta ocasión, y tras responsabilizar a Aznar de la situación, opinó que una retirada inmediata de las fuerzas extranjeras sumiría a Irak en un enfrentamiento local "que haría pequeña la guerra civil de los Balcanes".

Todos los grupos, menos el PP censuraron a Aznar por inscribir la intervención en Irak en la lucha contra el terrorismo. Zapatero reclamó redefinir la noción de lucha antiterrorista.

La muerte de los espías flotó a lo largo del debate. Todos expresaron sus condolencias a los familiares. Aznar recalcó que los agentes "habían aceptado" su misión y manifestó que hay que seguir adelante "apretando los dientes si es necesario". Zapatero consideró "muy serio" lo ocurrido en el servicio secreto y ofreció a Aznar un "plan compartido" para "reconstruirlo" tras el duro golpe. Menos discreto, Gaspar Llamazares (IU) exigió esclarecer la muerte de los siete militares y saber qué medidas se tomaron tras el asesinato del agente José Antonio Bernal.

Aznar no informó del ataque a los agentes. Eso lo harán Defensa y el jefe del CNI en la comisión de secretos oficiales.