Sin superar sus discrepancias de fondo, José María Aznar y Gerhard Schröder han lubricado su siempre chirriante relación personal. Su cena del miércoles y la inauguración, ayer, de un foro bilateral en Berlín han servido para que el presidente español y el canciller alemán constaten que su principal pugna radica en el reparto de poder en la nueva UE, crisis que quieren zanjar en diciembre.

"Una buena reunión de antiguos amigos que a veces discuten". Así describió Aznar su cena de la víspera con Schröder en un forzado gesto de cordialidad. En tono jocoso, incluso dijo esperar que, cuando deje el Gobierno, cesen por fin los comentarios sobre su enemistad con el canciller alemán, a lo que éste apostilló: "Espero que la relación conmigo no sea el motivo de tu retirada".

Bromas aparte, el presidente español aseguró que su "único punto de discrepancia" con Schröder es el sistema de votación fijado en el borrador de la Constitución europea, que refuerza el poder de los países más poblados, como Alemania, en detrimento de los medianos, como España y Polonia. Ambos países acudirán mañana a la conferencia intergubernamental (CIG) de Roma aferrados al mecanismo del Tratado de Niza, que les resulta más beneficioso que el de la Convención europea.

ADVERTENCIA A ESPAÑA

Schröder alertó a Aznar de que si "reabre" este debate deberá forjar un "consenso nuevo y mejor" que el concitado por la Convención europea. Incluso pronosticó que quien cuestione el nuevo mecanismo "tendrá problemas", pues será difícil consensuar una fórmula alternativa. Aznar replicó que el "consenso institucional" es el suscrito en Niza por los 25 socios comunitarios, "y es su modificación lo que se debe explicar". Sin embargo, ambos coincidieron en que la UE debe cerrar este contencioso a final de año para no aplazar el referendo constitucional de junio, con lo que Aznar vino a sugerir que España no ejercerá su derecho de veto.

El choque no pasó a mayores. Más bien al contrario. Aznar agradeció la aportación financiera de Alemania al progreso español y elogió las reformas anunciadas por Schröder para reactivar la renqueante economía germana. Ambos orillaron sus diferencias sobre el control del déficit público y apostaron por olvidar su enfrentamiento sobre la guerra de Irak, "mirar al futuro" y colaborar en la reconstrucción del país.

Antes de abandonar el foro, Aznar buscó entre el auditorio al presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol. A voz en grito, hasta tres veces le llamó, "¡Jordi!", hasta que Pujol se acercó y se saludaron brevemente.