Eran las doce de la mañana de ayer cuando, casi al unísono, sonaron los móviles de decenas de periodistas que viajaban en un AVE Madrid-Sevilla. Uno de los sms más esperados de los últimos tiempos se colaba en la carpeta de mensajes recibidos y, sin lugar a dudas, se convertía en la noticia política de la jornada y en un anheladísimo respiro para Mariano Rajoy: "Prensa PP. Enviamos comunicado de Luis Bárcenas. Dimite definitivamente de sus funciones como tesorero y solicita la baja temporal de militancia". Unos vagones más atrás, pero en el mismo tren que la prensa, viajaba el propio Rajoy con sus colaboradores. Ninguno podía disimular la cara de satisfacción ante la buenanueva fruto, fundamentalmente, de una larga reunión celebrada la tarde del miércoles entre el líder del PP y un extesorero "agobiado" por la presión política, mediática y, sobre todo, familiar, según narran algunos de los que hablaron con él en las últimas horas. Previamente había preparado el terreno para precipitar este desenlace el andaluz Javier Arenas, que cambió su resistencia --contraria a la de María Dolores de Cospedal y otros dirigentes conservadores-- a la dimisión de su amigo el extesorero según se han ido conociendo más detalles del sumario Gürtel.

EL SUPREMO COMO LIMITE Pero la cruda realidad es que, hace apenas 72 horas, el PP mantenía en público que no veía "nada nuevo" en el citado sumario que afectara a Bárcenas y que, por tanto, aguardaría a que el Tribunal Supremo se pronunciase sobre su caso (el extesorero es aforado por ser senador, razón por la que se aferra a su escaño). ¿Era falsa entonces la respuesta dada por los populares al levantamiento del secreto de sumario? Solo en parte: el equipo de Rajoy fue cambiando su "nada nuevo" por "indicios preocupantes" contra Bárcenas a medida que fue estudiando las hojas del inacabable sumario. Lo que sí era cierto, según fuentes de la dirección popular, es que el líder estaba dispuesto a aguantar la presión interna hasta que el Supremo hablara en caso de que su extesorero, como ya sucedió el pasado mes de julio, cuando resultó imputado, se resistiese a dejar su cargo y la militancia.

De hecho, ese es el mensaje que Rajoy le hizo llegar a través de terceros y de viva voz a Bárcenas, aunque tampoco le ocultó que su preferencia era que se marchase cuanto antes, dado que el PP clamaba por su destitución. ¿Eso es echar a alguien o aprovechar sus dudas para darle un último empujón? "Da lo mismo", responde un estrecho colaborador de Rajoy, "porque lo que ha pasado ahí solo ellos dos lo saben". En todo caso, los más cercanos al extesorero subrayan como clave para su marcha el aluvión de noticias sobre él y especialmente sobre su mujer, además de los consejos de su letrado. La conjunción de factores forzó la "definitiva" decisión de Bárcenas.

ROMAY BECCARIA Un aliviado Rajoy confirmó la renuncia en Sevilla y añadió que ya tiene un sustituto: el exministro José Manuel Romay Beccaria, un veterano gallego de su confianza. Poco más desveló a la prensa un esquivo líder del PP, que eludió descaradamente responder si, pese a todo, seguirá pagando los costes de defensa de Bárcenas o si tomará medidas en Valencia, donde hay serias sospechas de financiación ilegal.

¿Y seguirá siendo Bárcenas senador del grupo popular en el Senado o se le obligará a ir al mixto?, se le preguntó a la desesperada a Rajoy. "Pues.... la verdad es que no lo sé. Supongo", se limitó a titubear para sorpresa de los presentes. Eso sí, avanzó otra noticia: dijo que "todos" los populares imputados en el caso Gürtel habían dejado ya la militancia. En ese momento (alrededor de la una de la tarde), no era verdad. O era una verdad a medias: el diputado Jesús Merino conservaba su carnet. Pero por poco tiempo, dado que anunció que él también pedía la suspensión temporal a eso de la media tarde.

Pero si terminada esa incómoda rueda de prensa (convocada para hablar de la reforma del Código Penal) Rajoy creía que ya había pasado lo peor, se equivocaba. Aún le quedaba escuchar al expresidente José María Aznar reclamando a su sucesor, entre plato y plato, un "PP incompatible con la corrupción". Pero esa es otra crónica.