Modificar la propia opinión expuesta con anterioridad. Eso se supone que es rectificar y no lo que hizo ayer el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda, cuando salió a la palestra para intentar poner una tirita sobre la herida abierta en el PSOE a raíz de sus últimas críticas a José Luis Rodríguez Zapatero, de quien dijo el jueves que no lo quiere en su campaña (tampoco a otros líderes nacionales) y que, si no "cambia de rumbo", llevará a su partido a una "catástrofe electoral".

Las palabras del castellanomanchego motivaron la movilización del Gobierno, a fin de evitar el contagio de tan peligroso discurso. Y para algo sirvió la presión, puesto que Barreda terminó por puntualizar sus palabras y brindar su "apoyo" a Zapatero, con quien quiere "remar" en el "mismo barco".

"Siempre espero de mis asesores que me digan lo que piensan y me digan la verdad. Pues bien, me han dicho que el otro día no estuve acertado. Y a la vista de la utilización que están haciendo los adversarios, probablemente lleven razón", aseveró en una reunión del partido, celebrada ayer por la mañana a puerta cerrada, el presidente autonómico. Horas después, el PSOE difundió este contenido.

ALIVIO SOCIALISTA Con esto, la dirección socialista parece darse por satisfecha. Al menos, de momento. Y eso que ya se había sacado la artillería pesada y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y los ministros José Blanco, Miguel Sebastián, Francisco Caamaño y Trinidad Jiménez aprovecharon ayer sus intervenciones públicas para tirar de las orejas a Barreda.

Pero lo cierto es que, si se analiza al detalle el último mensaje del presidente de Castilla-La Mancha, no se encuentra una petición de disculpas y queda subrayado que no es él quien ha llegado a la conclusión de que se equivocó al arremeter contra su jefe, sino sus asesores, esos que "probablemente", como afirma el propio Barreda, tengan razón en la conclusión a la que han llegado no por la vía de la autocrítica, sino por la observación de la "utilización" que de la polémica ha hecho el PP.

Los populares no han dejado pasar la ocasión de mirar la paja en el ojo ajeno, olvidando las tensiones que ellos mismos han sufrido cuando su presidente, Mariano Rajoy, ha estado en cuestión. "Frente al PP, que es un partido fuerte y unido en torno al liderazgo de Rajoy, hay otros partidos en España que no se encuentran en la misma situación", espetó María Dolores de Cospedal desde Bogotá quien, como su compañera Soraya Sáenz de Santamaría, cree que detrás de la posición de Barreda hay mucho de "electoralismo".