La nueva dirección del PP vasco quiere terminar con el aislamiento en el que ha permanecido inmerso los últimos años. Por eso, su presidente, Antonio Basagoiti, y su secretario general, Iñaki Oyarzabal, se disponen a reiniciar el curso político primando el diálogo con otras fuerzas políticas democráticas. Así, en vísperas electorales, se busca normalizar la relación con el PSE y con el PNV. Los populares han comprobado que estar solos les resta apoyo social. Además, los comicios electorales de Euskadi se presentan, a priori, tan reñidos que no es posible descartar ningún pacto poselectoral.

Apenas dos meses después de que un congreso extraordinario pusiera fin a la etapa liderada por María San Gil, los responsables del PP vasco no ocultan que quieren impregnar de un nuevo "estilo" la forma de hacer política desde esta organización. De hecho, sus actuales dirigentes creen que, para abrir el campo de acción de su partido, no es necesario ceder un ápice en sus críticas a la consulta promovida por el lendakari ni a las "contemplaciones" de los nacionalistas con el mundo radical.

En este contexto, la dirección del PP de Euskadi anuncia que aprovechará lo que resta de verano para valorar de qué manera se concreta el acercamiento.

Y mientras, la dirección del PP central, consciente de que su fracaso en las urnas está íntimamente ligado a la estrategia política que desplegaron en la anterior legislatura, intenta un cambio de actitud en las zonas que más se le resisten, sobre todo Cataluña. Así, el PPC de Alicia Sánchez-Camacho quiere un trato especial por parte de la dirección del partido. De hecho, Camacho ya le ha pedido a Rajoy que, a partir de septiembre, viaje a Cataluña una vez a la semana o cada 10 días, tal y como hace en Andalucía para respaldar a Javier Arenas, a quien se le atribuye un "buen resultado" el 9-M, pese a haber sido derrotado por el PSOE tanto en las generales como en las andaluzas.