"Lo despido como se despide a un santo, porque acaba de recibir la bendición del Papa y, por tanto, está en estado de absoluta gracia". Con esta lapidaria frase sorprendió el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien, acto seguido, abandonó la sala y dejó solo a José Luis Rodríguez Zapatero ante los medios.

Entre divertido y sorprendido, el presidente español siguió en un primer momento al mandatario italiano y, tras unos minutos de confusión, volvió a la sala para atender a la prensa. El Gobierno italiano negó que se tratase de un gesto de descortesía, sino que Berlusconi no había sido advertido de que los medios también iban a preguntarle a él.