Dar marcha atrás pero sin reconocer del todo el error propio. Ese es el mensaje que trasladó ayer el presidente del Congreso, José Bono, a la hora de convocar con urgencia a la Mesa de la Cámara para anular el polémico homenaje que hace solo 15 días la misma Mesa había decidido realizar a sor María Maravillas de Jesús, una monja canonizada a la que se iba a dedicar una placa en una dependencia parlamentaria, en la que antes se hallaba la casa donde la religiosa nació en 1891.

Bono salió al paso del profundo rechazo generado en los grupos de izquierdas por esa decisión, propuesta por el PP y asumida inicialmente por los representantes de CiU, PNV e incluso un miembro de la Mesa perteneciente al Grupo Socialista. El presidente de la Cámara admitió que "las decisiones de la Mesa y las decisiones del presidente pueden ser erróneas, singularmente las mías, pero desde luego no están cargadas de mala conciencia contra nadie". Pero, al mismo tiempo, mediante una nota pública previa, Bono sostuvo que la placa no tenía nada que ver con el carácter religioso y la canonización de la monja, sino con el hecho de haber nacido en un edificio que hoy alberga dependencias del Congreso de los Diputados. Y también por pertenecer a una familia entre cuyos miembros hubo dos presidentes del Congreso.

Unos argumentos que desde el primer momento no convencieron a los partidos de izquierdas, especialmente al PSOE. En sus filas se seguían ayer haciendo intervenciones cargadas de ironía, cuando no de sarcasmo, como la del diputado Juan Barranco, quien dijo que perdonaba a Bono "si reza un avemaría". Y es que el presidente había calentado todavía más la controversia el martes cuando en una charla informal privada con diputados del PP, captada por una cámara de televisión, dijo que "los de los partidos propios son unos hijos de puta". Inmediatamente después Bono pidió excusas por esas palabras. Otros comentarios irónicos han sido los del ministro de Industria, quien dijo ayer que "le pediría a sor Maravillas si pudiera hacer algo por la temperatura en el hemiciclo, porque hace un frío que pela". El republicano Joan Ridao también se sumó al tono desenfadado, y planteó que "la Mesa y el presidente han confesado sus pecados y deben ahora hacer propósito de enmienda". Algún parlamentario socialista también comentaba que, a medida que leía la biografía de santa Maravillas de Jesús, se iba enervando por momentos por el perfil ultraconservador de la religiosa canonizada por el papa Juan Pablo II.

A todo ello hay que añadir que el PP, que el martes proclamaba que en ningún caso iba a cambiar su postura a favor del homenaje a sor Maravillas, dio ayer por buena la rectificación por falta de consenso. Sin embargo, Jorge Fernández, que fue quien propuso la placa, mantenía que no hay ninguna connotación religiosa y que espera que ahora "se pacifiquen los espíritus".