Cientos de creyentes besaron ayer en Moscú la gran cruz de la catedral de Santa Sofía de Novgorod, que volvió a Rusia tras permanecer en España más de seis décadas después de que soldados de la División Azul se la llevaran de Rusia durante la segunda guerra mundial. El ministro de Defensa, José Bono, entregó esta reliquia en un acto solemne al patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Alexis II. "Esta cruz, símbolo de creencia acumulada de rusos y de españoles, está ahora donde debe estar", dijo el ministro.