La cuarta Cumbre de las Américas cerró ayer sus puertas en Mar del Plata con un sabor particularmente amargo para EEUU, cuyos negociadores no lograron convencer a Argentina y a Brasil de las bondades de poner en marcha el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El presidente estadounidense, George Bush, que había sido recibido con protestas callejeras, partió hacia Brasilia sin los resultados esperados.

La sensación de fracaso era patente en el principal balneario argentino. Ya había concluido formalmente la reunión y nada se sabía del documento final de la cumbre. Las delegaciones de los países participantes comenzaron a abandonar la ciudad con un único acuerdo entre las manos: el de la sede del próximo encuentro, en Trinidad y Tobago.

En un principio, se llegó a especular con la posibilidad de que la llamada Declaración de Mar del Plata quedara en nada o en manos de una "comisión redactora" encargada de darle forma definitiva en un plazo de 60 días. "Invitamos a todos a volver a la mesa de negociaciones con creatividad", pidió, en rueda de prensa, el mexicano Vicente Fox, el más cercano a los criterios de Washington, en un intento de evitar el naufragio total.

APLAZAR EL DEBATE Al mismo tiempo, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, consideró que el debate sobre el ALCA debía al menos postergarse hasta la celebración de la próxima reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Hong Kong, prevista para diciembre y dedicada a discutir el tema de los subsidios agrícolas.