El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, suele afirmar que pese a que cada nuevo jefe de ETA es más violento que el anterior, cada vez pasa menos tiempo entre que los terroristas entronizan a un pistolero y este es detenido por las fuerzas de seguridad. La realidad le dio ayer de nuevo la razón. Una operación hispano-francesa acabó con la detención del actual número uno de la banda, Jurdan Martitegi, y la de otros dos etarras, en Perpiñán, al sur de Francia.

La policía, en colaboración con los agentes franceses, seguía la pista de Martitegi desde hace algún tiempo. Se sabe que Ekaitz Sirvent Auzmendi, supuesto jefe del aparato de falsificación, detenido el pasado 11 de abril, se reunió con el jefe etarra poco antes de salir hacia París, donde fue arrestado.

El considerado por Interior número uno de ETA fue detenido en una operación coordinada por el juez Baltasar Garzón, cuando mantenía una cita con otros dos etarras: un presunto liberado (a sueldo de la banda), que hacía labores de escolta, y un miembro legal (no fichado). Se sospecha que Martitegi estaba impartiendo a este último un cursillo de manejo de armas y explosivos además de indicarle contra quién debía atentar. En su poder se encontraron varias pistolas y explosivos.

SIN RESISTENCIA Al parecer, Martitegi confesó su identidad a los agentes y no opuso resistencia a la detención. En relación con esta operación fueron detenidas tres personas más en Alava. Al cierre de esta edición la operación seguía abierta e Interior no había facilitado las identidades de ninguno de ellos. Martitegi, alias Arlas, es el tercer jefe de los comandos de ETA detenido en los últimos seis meses en Francia. Nació el 10 de mayo de 1980 en Durango y, como la mayoría de los etarras de su generación, inició su historial delictivo en la kale borroka. Fue uno de los terroristas --junto con Arkaitz Goikoetxea y Olga Comes-- encargados de recomponer el comando Vizcaya, en plena tregua, por si esta fallaba. Cuando la banda decidió romper el alto el fuego, Martitegi y Goikoetxea perpetraron los primeros atentados de envergadura, como el ataque al cuartel de Durango y los juzgados de Getxo.

Las fuerzas de seguridad difundieron sus caras, lo que provocó que el comando se separara en dos. Cada liberado dinamizó un comando distinto. El grupo de Goikoetxea cayó en julio del 2007, y este explicó a los agentes que planeaban atentados relevantes, incluido el secuestro --al estilo del de Miguel Angel Blanco-- del edil del PSE en Eibar Benjamín Atutxa o el asesinato del juez Fernando Grande-Marlaska.

Martitegi, de casi dos metros de altura, y por tanto fácil de identificar, dio el salto a Francia poco antes del arresto de Goikoetxea. Parece ser que enseguida conectó con Mikel Garikoitz Aspiazu, Txeroki, quien le encargó impartir los cursos de formación de los nuevos pistoleros. Dos detenidos del comando Navarra explicaron que dos personas les enseñaron a disparar y a preparar explosivos. Según la descripción que ofrecieron, fueron Aitzol Iriondo y Martitegi.

COMANDOS Tras la detención de Txeroki, en noviembre, le sucedió, como es habitual en la banda, su número dos, en este caso Iriondo, cuyo liderazgo duró poco tiempo: fue detenido un mes después. Según Interior, Martitegi ocupó su lugar. No obstante, algunas fuentes de la lucha antiterrorista rebajan la importancia que el ministerio otorga a Martitegi y le consideran solo el jefe de los comandos. Recuerdan que ETA está dirigida por una zuba o comité de dirección que decide de forma colegiada.