La puerta grande de la plaza de toros de Valencia se abrió ayer otra vez para recibir a la plana mayor del PP, que inició el curso político en su feudo electoral más sólido y seguro, pero también aquel en el que más dirigentes populares tienen o han tenido problemas con la justicia. El más importante de ellos, el presidente valenciano, Francisco Camps, convirtió el acto en un gran gracias al líder del partido, Mariano Rajoy, por haberle brindado un respaldo incondicional --el mayor que haya recibido un dirigente del PP-- durante la instrucción del caso Gürtel . Con una contundencia que no había exteriorizado hasta ahora, Camps acusó al Gobierno y al PSOE de querer instaurar un "régimen de terror" en España. Tras confirmarle la semana pasada como candidato a la Generalitat, Rajoy renovó su "amistad" con el líder valenciano y advirtió de que el PP dará "las batallas que tenga que dar" si los socialistas "vuelven a las andadas".

Semanas antes de que Camps fuera imputado en el caso Gürtel , un Rajoy abatido por la trama de los espías en la Comunidad de Madrid recibió, en un acto en Alicante, un importante balón de oxígeno del líder de los populares valencianos. "Gracias, porque todos necesitamos gasolina para seguir funcionando", le dijo entonces Rajoy a Camps.

UN MILLON Y MEDIO DE VOTOS El presidente valenciano le devolvió anoche el guante: "La amistad es inmutable al tiempo, a la distancia y a las circunstancias personales. Gracias, Mariano, por tu constante amistad". Fueron las primeras palabras de un Camps envalentonado tras el archivo de su causa judicial y sabedor de que es uno de los baluartes del PP.

El agradecimiento del líder valenciano también llegó en forma de encuesta --interna, evidentemente-- cuyos resultados avanzó durante el acto. Camps aseguró que el PP en la Comunidad Valenciana estaría ahora en disposición de ofrecerle a Rajoy 1.500.000 votos en unas elecciones generales. "Por eso los socialistas han querido pararnos", sostuvo Camps, quien gobierna en la actualidad con más del 50% de los sufragios. No en vano ha sido Valencia el escenario de los actos estrella del PP en el último año. Consciente de ello, Camps mantuvo ayer un tono mucho más duro con los socialistas que Rajoy. "Seguiré trabajando para que Zapatero no convierta a España en un régimen de terror. El PSOE quiere un régimen y yo una democracia", dijo Camps ante los 2.000 militantes.

El tono de Camps recordó en ocasiones al de un líder de la oposición. En concreto, al que usó Rajoy la pasada legislatura, pues el líder valenciano recuperó el asunto que generó mayor crispación entre populares y socialistas antes de las últimas elecciones generales, y que parecía que el PP había dejado atrás. "Jamás empezaríamos un proyecto político negociando con terroristas y humillando a una nación", sentenció Camps.

También la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, superó a Rajoy en contundencia al hablar de las supuestas escuchas ilegales al PP. Primero exigió la dimisión de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega por haber anunciado el recurso de la fiscalía al archivo de la causa contra Camps. Y después apostilló: "No nos vais a amedrentar ni a callar. Os vamos a llevar a los tribunales".

El líder del PP prefirió echar mano de citas maquiavélicas para defender la inocencia de los dirigentes valencianos. "No somos perfectos, pero ni en política ni en la vida vale todo. El fin no justifica los medios". Rajoy acusó al PSOE de haber intentado "liquidar" al PP con una "crueldad infinita". Por ello, remachó que los socialistas, y no Camps, han sido "los grandes derrotados", y predijo: "Les pasará factura en el futuro".