El actual presidente de Valencia, Francisco Camps, aseguró ayer a la prensa que él será, una vez más, el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas en su comunidad.

Cierto es que Camps lleva varios meses repitiendo esta cantinela e intentando restar relevancia a su condición de imputado en el caso Gürtel. Pero el hecho de que lo dijera ayer nuevamente tiene más trascendencia, dado que su declaración ante los periodistas se produjo justo después de haber comido con el líder de la formación conservadora, Mariano Rajoy, y otros compañeros del PP (miembros de la dirección y presidentes autonómicos) en Madrid.

Está por ver si, además de la autoproclamación de Camps, el jefe de los conservadores le da de una vez el visto bueno para que pueda ser designado, oficialmente, candidato en Valencia. Hasta el momento, Génova ha retrasado su proclamación para ganar un poco más de tiempo y poder esperar a tener más datos de los tribunales sobre la investigación que atañe a Camps.

EL FRENTE ASTURIANO En la comida que Rajoy mantuvo con sus barones, se acordó de denunciar que el Gobierno "pone en riesgo los servicios públicos esenciales" por no cumplir su compromiso con la financiación autonómica. Será interesante observar cómo conjugan los populares este mensaje con sus llamadas a la contención del gasto.

Terminado del almuerzo, Rajoy tenía otra cita: con el presidente del PP asturiano, Ovidio Sánchez y con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. El tema: la candidatura asturiana de Francisco Alvarez-Cascos, que parece contar ya con el apoyo del jefe. Sin embargo, según fuentes del PP de Asturias, la reunión se saldó sin "ninguna novedad". La dirección regional ha expresado en reiteradas ocasiones a lo largo de las últimas semanas su oposición a la posible candidatura del exministro de Fomento.