Francisco Camps, expresidente de la Generalitat valenciana, usó ayer la táctica del calamar, que cuando se siente atacado o acorralado suelta su tinta para enturbiar las aguas y confundir, dentro y fuera de la sala que instruye la causa de la llegada y la gestión de la Fórmula 1 en Valencia, por la que está imputado.

Ante los periodistas, el exdirigente popular atribuyó un carácter «puramente político» al caso, obviando la postura del fiscal Anticorrupción que decidió presentar una querella al entender que existen indicios de criminalidad. También responsabilizó en primer lugar y de manera reiterada a Compromís de haber iniciado el caso con una denuncia, que en realidad pusieron Esquerra Unida y el PSPV, que está como acusación particular. Cuando se le recordó este hecho se limitó a decir: «A cual peor».

Además, afirmó que la denuncia de Compromís habría estado impulsada por su carácter «catalanista», para favorecer a Montmeló y porque quieren ver a la Comunidad Valenciana subordinada a Cataluña. «Aquí estamos porque los señores de Compromís dijeron que los valencianos no podemos estar por encima de los catalanes porque se les viene abajo su proyecto», apuntó.

El «entusiasta militante del Partido Popular y de su proyecto político», como él mismo se definió, aseguró que «cuando Valencia está en la parte más alta de la interlocución nacional e internacional ya no tiene sentido hablar de los Países Catalanes». También se mostró convencido de que el nuevo gobierno catalán anhela la consecución de esa idea.

Preguntado por el hecho de que dijeran que no iba a costar ni un euro a los valencianos y que se cifre ahora en 300 millones de euros el gasto apuntó que «la rentabilidad de todos estos eventos es evidente». «Es el proyecto más rentable de la historia de la Comunidad Valenciana sin ninguna duda. En el 2008 ya ingresamos más de 400 millones en renta de economía valenciana. ¿Por qué Cataluña sigue teniendo F-1?», se preguntó

Francisco Camps dijo que era un proyecto a «larguísimo plazo» y subrayó que «alguien lo cortó», aunque obvió que fue su sucesor, el también popular Alberto Fabra, quien lo hizo tras cinco deficitarias ediciones.

Dentro de la sala, negó que fuera él quien negoció con Bernie Ecclestone la llegada de la F-1, pese a que el magnate la condicionó a su triunfo electoral y dijo que él hacía tratos con personas como Camps y Rita Barberá y no con ciudades.

También negó haber ideado la creación de Valmor Sport, la empresa teóricamente organizadora de las pruebas y que según el informe de la UDEF era una mera pantalla. Camps insistió en que jamás manejó contratos ni los vio, ni habló de los mismos.