El fiscal del Tribunal Supremo Antonio Salinas (hombre de confianza del fiscal general, Jesús Cardenal, y fiscal del caso Filesa de financiación irregular del PSOE) reemplazará al frente de la Fiscalía Anticorrupción a Carlos Jiménez Villarejo (profundamente enemistado con Cardenal y el Gobierno del PP, y que optaba a permanecer en el puesto). El Consejo Fiscal apoyó ayer a Salinas frente a Villarejo por cinco votos contra cuatro y una abstención. Cardenal ni siquiera necesitó votar para imponer a su hombre.

Manuel Moix, con siete votos contra tres, reemplazará a Mariano Fernández Bermejo --que también estaba en el punto de mira del fiscal general-- como fiscal de Madrid.

El PSOE e Izquierda Unida (IU) entienden el relevo de Villarejo y Bermejo --los únicos fiscales jefe que no han sido renovados, junto con los de Galicia, La Rioja y Canarias-- como parte de una estrategia para quitar del medio a dos fiscales "incómodos para el Gobierno". Consideran la decisión un intento de colocar en Anticorrupción y en la Fiscalía de Madrid a funcionarios "más favorables" a los intereses del Ejecutivo.

"DESACTIVAR" LA FISCALIA

El socialista Diego López Garrido opinó que los nombramientos estaban hechos "desde hace meses" con el único objetivo de "desactivar" la Fiscalía Anticorrupción, que con Villarejo pujaba por investigar la trama que presuntamente hay tras la crisis de Madrid. El líder de IU, Gaspar Llamazares, pidió al ministro de Justicia, José María Michavila, que diga "por qué sólo puede ser fiscal quien es de derechas".