La reacción que ha suscitado en algunos sectores de la sociedad española el intento del juez Baltasar Garzón de investigar los crímenes del franquismo demuestra que esa etapa de la historia sigue siendo tabú aunque hayan pasado casi 35 años desde la muerte de Franco y más de 70 desde el fin de la guerra civil. Pone de manifiesto, además, la resistencia de la derecha a rememorar aquel pasado y a aportar una pizca de justicia al bando de los perdedores, cuyos descendientes quieren encontrar, exhumar y dar sepultura digna a sus familiares desaparecidos y enterrados en fosas comunes. Como ocurrió con la Ley de la Memoria Histórica, la intención de Garzón ha levantado ampollas.

El debate ha adquirido gran tensión en los últimos días y en algunos sectores se cuestiona la idoneidad de la transición democrática. Los expertos consultados coinciden en que está bien analizar cómo se hizo la transición, pero no ven necesario otro pacto constitucional. Sí defienden la urgencia de recuperar la memoria, resarcir a las víctimas y tratar de encontrar unos puntos de coincidencia que permitan construir una memoria compartida.

PACTO DE SILENCIO Historiadores, sociólogos, filósofos y constitucionalistas... todos coinciden en que la transición se hizo como se pudo y que se sustentó en un pacto de silencio, en asumir "que era mejor no remover el pasado", como explica Antoni Segura, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona.

Al fin y al cabo se consiguió pasar pacíficamente de una dictadura a una democracia tras la muerte en la cama del dictador y con el franquismo en pleno ocupando las estructuras del Estado. Como explica el catedrático de Filosofía Política de la UNED Antonio García Santesmases, "durante años se entendió que la transición española era ejemplar, precisamente por haber sido capaz de echar al olvido los agravios del pasado". En su opinión, la decisión de no pedir cuentas no solo se fundamentaba en el miedo a la reacción de los franquistas --en 1981 se produjo el intento de golpe del 23-F--, sino también en el convencimiento de que "la desmemoria era la mejor manera de evitar la repetición de los peores momentos de la historia".

De hecho, los gobiernos de UCD, cuyo origen está en el franquismo, no tocan el pasado. Pero también los gobiernos socialistas de Felipe González tuvieron especial cuidado en no reabrir heridas. El expresidente ha explicado que, siendo líder de la oposición, el vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado, le dijo: "Antes o después va usted a gobernar, y yo solo le voy a pedir una cosa: no remueva la guerra civil. Hay muchas heridas abiertas".

VIEJAS QUERELLAS Pero la transición acabó hace tiempo. Casi todos los protagonistas de la guerra han fallecido. Y como todo lo que se trata de ocultar acaba reapareciendo, las querellas del pasado han vuelto al presente. Como ocurrió en Francia con el Gobierno de Vichy, o en Chile y Argentina. En España han pasado 70 años. Y ocurre porque, como dice Segura, "son los nietos los que se hacen preguntas, los que buscan respuestas".

Gregorio Peces-Barba, uno de los padres de la Constitución, defendió el jueves el derecho a encontrar los restos de los familiares enterrados en las fosas comunes, "a resarcir su historia". Algo que los familiares de las víctimas del bando vencedor tuvieron mucho tiempo para hacer.

El historiador Ian Gibson cree que "este país no ha afrontado debidamente el genocidio y la criminalidad del régimen de Franco y no podrá avanzar con confianza en el futuro si no resuelve antes eso, si no recupera a los muertos de las fosas".