Todo viene de hace 34 años cuando, en plena agonía de Franco, Hassan II lanzó la marcha verde y anexionó a Marruecos el antiguo Sáhara español. Desde entonces un nacionalismo dominante se ha impuesto al oprimido pueblo saharaui. Y como el realismo marca la diplomacia, todos los países, empezando por EEUU, mantienen buenas relaciones con Marruecos, uno de los estados árabes más abierto. Solo Argelia, donde manda un viejo militar nacionalista, apoya a los saharauis. Marruecos es el enemigo.

La historia ha complicado nuestra política con Marruecos. Muchos sectores de la izquierda desprecian a la monarquía alauí y "creen" en los saharauis. Y la derecha de Madrid (reflejo del pasado colonial) mira a Marruecos por encima del hombro y le dicta lecciones de democracia. Tras Aznar, que acusó a Felipe González de promarroquí y reconquistó Perejil, la política de Zapatero es mas realista. Busca superar los contenciosos (Ceuta y Melilla, Sáhara) en base a que los dos países tienen mucho que ganar con unas relaciones cordiales. Y mucho que perder en caso contrario. Adormecer el nacionalismo bajo el común "colchón de intereses" ha funcionado.

Pero en la pasada legislatura el PP, airado por haber perdido, usó el nacionalismo español mas ramplón para desacreditar al líder socialista. El Estatut era romper España y fruto de un pacto con ETA. Y el intento de negociar el fin de la violencia etarra "una traición a los muertos". ¡Zapatero quiere entregar Navarra a ETA. ¡Españoles, echad a Zapatero para salvar la Patria!

A nadie le gusta que le llamen traidor. Y menos si hace perder elecciones. Había que exhibir "españolidad" y alguien alumbró los carteles "Gobierno de España" (correcto). Y que el rey Juan Carlos viajara a Ceuta y Melilla, algo peligroso y que no pasaba desde Alfonso XIII, un monarca golpista y jefe del Ejército colonial. Zapatero y Moratinos confiaban en que el "colchón de intereses" haría que Marruecos tragara saliva. Y Marruecos la tragó.

Escribí entonces (6-11-07) que "lo mejor para ... España ... no es exhibir banderas aunque es inevitable, quizás, si Madrid se convierte en una subasta de nacionalismo español". Lo que pasa en Lanzarote es culpa del condenable nacionalismo marroquí. Pero también de la ostentación nacionalista española.

Es inaceptable que Marruecos, bajo la amenaza de romper el colchón de intereses (inmigración, fundamentalismo) pretenda que el Gobierno español no solo trague, sino que sea cómplice de sus excesos contra Haidar (una creyente nacionalista). Mohamed VI no solo viola los derechos humanos sino que, al revitalizar la causa saharaui, perjudica a su país. Como el nacionalismo español del 2007, más algunas claras torpezas, dañan hoy a España.