ETA celebró su primera asamblea en 1962 en el monasterio francés de Belloch, pero jamás la Iglesia vasca ha defendido a la banda. Son contados los casos de sacerdotes condenados por colaborar con la organización terrorista dando cobijo a sus militantes.

El más sonado fue el del arcipreste de Irún y Hondarribia, Jose Ramón Treviño, que en 1993 resultó condenado a tres años de prisión por permitir que se refugiaran en su parroquia los miembros del comando Mugarri , Ignacio Rekarte y Luis Angel Galarza.

El arcipreste tenía a su cargo 12 parroquias y su detención, procesamiento y condena causó gran conmoción. Era la primera vez que un miembro destacado de la Iglesia era vinculado a las actividades de ETA.

"Ayuda humanitaria"

En 1992, apenas dos meses antes de la detención de Treviño, el sacerdote de la localidad vascofrancesa de Espelette, Francois Garat, fue arrestado por acoger en su casa a presuntos militantes de la banda. El sacerdote era secretario y contable de la asociación Anai Artea que, según su relato, se dedicaba a prestar "ayuda humanitaria" a los " refugiados" en el País vasco francés.

Los contados casos de sacerdotes vinculados a la banda contrastan con las habituales polémicas por la postura de los obispos ante el problema vasco. Han sido muy frecuentes las controversias por las pastorales de los prelados en torno a cuestiones relacionadas con el autogobierno, la violencia o los presos, e incluso alguna de ellas llevó al Gobierno a expresar en Roma su protesta.

Así, el Ejecutivo de José María Aznar, que recurrió al hoy obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, como intermediario con ETA, se mostró particularmente irritado cuando los obispos vascos expresaron sus reservas ante la ilegalización de Batasuna.

En el clero vasco hay un movimiento de sacerdotes, entorno a unos 300 religiosos, que simpatizan con el nacionalismo independentista. Otro sector decidió en las pasadas municipales implicarse en las listas de los amenazados por la banda terrorista y fueron candidatos por el PP y PSE.