Con un "hágase", Jaume Matas hacía y deshacía en Baleares y lo controlaba todo en su Gobierno. En su declaración ante el juez, sin embargo, no se acordaba de nada ni de nadie. Y lo poco que conseguía recordar, lo relataba con un cierto aire chulesco. Desde que el magistrado José Castro anunció su imputación, en octubre del 2009, Matas había pedido ante las cámaras una y otra vez que el juez le convocara ya. Parecía que lo tenía todo claro, como siempre. Pero no. En el auto judicial se lee que, pese a las 16 horas de declaración, "su respuestas (de Matas) brillaron por su ausencia".

Cuando el expresidente balear pisó el juzgado, quiso escenificar el papel al que estaba acostumbrado: el de líder frente a sus incondicionales. Castro lo cortó; ahí, en esa sala, mandaba él. Ese fue el primer choque. Al día siguiente, cuando se acabó la farsa de los micros-espías, se vivió un segundo duelo: Matas pedía a Castro que le llamara Jaume y no Jaime. Castro le respondía que "Jaime está en los papeles que ha presentado la defensa". En el auto, el magistrado se toma la revancha. Son 147 páginas contundentes en las que desmenuza la "farsa" orquestada por el dirigente popular y se explaya al rebatir la defensa. Una frase da fe de la dureza: "Es claro que el señor Matas ha venido a burlarse de los simples mortales".

El expresidente basó su defensa en alegar que no sabía nada y que su patrimonio proviene de herencias o de "ahorros de toda la vida". En el auto, el juez descalifica las explicaciones de Matas con expresiones como "absurdo", "kafkiano", "burdo", "inútil" y "osadía". Las escasas respuestas del político muestran a un hombre que, pese a estar imputado por hasta 12 cargos delictivos, parece seguir sintiéndose inmune a la justicia. El magistrado no se deja intimidar y, por ejemplo, tacha de "burla a este juzgado y a los ciudadanos" las respuestas sobre el piso de lujo que el matrimonio Matas posee en Madrid.

Encogerse de hombros con incredulidad, eludir preguntas, usar expresiones irónicas y no querer referirse a las conversaciones que se grabaron durante los pasados cuatro meses --la pieza secreta de Castro-- son actitudes de Matas que el juez recoge en el texto.

MUCHAS BODAS En otro momento del auto judicial, se relata la relación personal de Matas con los arquitectos García Ruiz, elegidos "a dedo" para realizar el velódromo Palma-Arena. En su declaración, Matas negó tal relación y dijo cononocerles "como a otros arquitectos". El juez le recordó que fue a la boda del hijo de uno de ellos, y el expresidente argumentó que durante el año iba "a muchísimas bodas" por razón de su cargo. En su escrito, Castro se explaya: "Quizá sea por ello que le queda poco tiempo para controlar el gasto público".

El juez califica de "todo un despropósito" que Maite Areal, esposa de Matas, pidiera facturas a los que habían participado en la reforma de su palacete palmesano. Les pagó con billetes de 500 euros. En negro, por supuesto. Matas no quiso comentar lo que se desprende de los pinchazos telefónicos y negó haber solicitado la presencia en la sala del fiscal fefe, Bartomeu Barceló, a fin de coaccionar a los fiscales.

Su padrino, Gabriel Cañellas, se libró de los cargos en el caso del túnel de Sóller po prescripción del delito; 13 años después, la foto no se repite. Rafael Perera, abogado de ambos, salía ayer del juzgado con la cara desencajada. Poco después, Castro y los fiscales Pedro Horrach y Juan Carrau compartían un café.