Si Sadam no se va por la buenas, se irá por las malas, incluso si eso supone asesinarle. A eso se dedican ya agentes paramilitares de la CIA y pequeños grupos de las fuerzas especiales de Estados Unidos, mientras en Washington la plana mayor del presidente Bush propone métodos más suaves para forzar la marcha del dictador, como el exilio. Sin embargo, las posibilidades de atraparle son mínimas, si hay que creer a uno de los exmiembros de su círculo íntimo, que pinta la posición de Sadam como inexpugnable.

"Es uno de los líderes más paranoicos y mejor defendidos del mundo, y hará muy difícil, quizá imposible, que Washington le coja", asegura Wafiq al-Sammarai, exjefe de la inteligencia iraquí hasta que desertó, en 1994. Sadam Husein "sabe lo que Estados Unidos querría hacerle, así que gobierna desde la sombra", añade, para ilustrar las dificultades de atrapar o eliminar a un blanco tan escurridizo, cuya desaparición física o marcha al exilio sería una forma de evitar una guerra.

FRACASO EN CUBA

Aunque Washington no ha tenido éxito en sus tentativas de asesinar a otros tiranos, como el presidente cubano, Fidel Castro, Bush dio a la CIA, el año pasado, licencia para matar a Sadam Husein, en el curso de sus operaciones para derrocarle, en cooperación con los Boinas Verdes, los SEALS (comandos especiales) de la Marina y otras fuerzas especiales que buscan la ubicación exacta del líder iraquí, para detenerle o asesinarle.

El centenar de soldados de estas fuerzas de élite, junto con más de 60 agentes de la CIA, que trabajan sobre el terreno desde septiembre, han contado con la formidable ayuda de toda la parafernalia tecnológica de espionaje estadounidense, incluyendo dos satélites espía --el Micron y el Trumpet--, capaces de interceptar conversaciones por radio o telefónicas entre los que protegen a Sadam y los lugares que frecuenta.

EL BOEING ESPIA

Por si fuera poco, el Pentágono dispone de un Boeing 707 que espía sobre Irak, 10 horas al día, desde una altura de 10 kilómetros, que no sólo detecta conversaciones de los principales funcionarios o militares, sino que sitúa su origen en un radio de kilómetro y medio.

Washington sabe que Sadam es consciente de este sofisticado espionaje, algo que podría ayudarle. Experiencia no le falta, ya que en sus 24 años de régimen ha sobrevivido a todos los intentos de derrocarle.