Carles Puigdemont pasa «muy bien de ánimo» sus primeros días en la prisión de Neumünster, según afirman personas que lo han visitado. El expresidente de la Generalitat dispone de una celda individual en el área de preventivos de la cárcel alemana, donde pasa el tiempo dedicado, básicamente, a la lectura. El centro penitenciario le ha proporcionado tres libros, aunque no han trascendido sus títulos ni el idioma en que están editados. La llegada del líder de Junts per Catalunya ha provocado la curiosidad entre los presos y los vigilantes, y hasta la «incomodidad» de algunos funcionarios alemanes de prisiones por el tipo de delito que se le imputa, relatan las mismas fuentes.

El trato que recibe como recluso provisional es suave, sin apenas restricciones de comunicación, por lo que ha podido hacer llamadas diarias a su familia, a miembros de su partido y a su abogado, Jaume Alonso-Cuevillas. Pero Puigdemont no tiene acceso a prensa que no sea alemana, ni, de momento, se le permite navegar por internet, más por las limitaciones de la propia prisión que por su estatus como detenido a la espera de una decisión judicial.

La prisión de Neumünster es el establecimiento penitenciario más viejo de cuantos gestiona el estado federal de Schleswig-Holstein. Construida en 1903, el edificio puede albergar a 600 presos varones. Es una de las cárceles de más bajo nivel de seguridad de Alemania, y la dirige desde el 2013 una mujer, Yvonne Radetzki, abogada que trabaja allí desde el 2005. Radetzky es la vicepresidenta del gremio federal alemán de directivos de entidades públicas.

En ningún momento durante el proceso de su detención y puesta a disposición de la autoridad judicial alemana Puigdemont fue esposado por la policía. Fuentes próximas al expresident relatan que el trato policial «ha sido exquisito» con él y con sus acompañantes, los mossos Carlos de Pedro y Xabier Coicoechea, el empresario y amigo de Puigdemont Josep Maria Matamala y el profesor, historiador y colaborador del Diplocat Josep Lluís Alay.

«Tenían el coche detectado, y cuando cruzan la frontera con Alemania deciden detenerlos», afirman las fuentes. Los cercanos a Puigdemont relatan así cómo fue la captura en Alemania, la mañana del pasado domingo, 25 de marzo. Las mismas fuentes no se creen que el coche llevara colocada una baliza y dan más crédito a la posibilidad de que se le hiciera un seguimiento mediante el rastreo del teléfono móvil de uno de sus acompañantes. Fuentes próximas al Grupo de Escoltas de los Mossos refieren cómo sus miembros acostumbran «a buscar si hay chicharras en los coches y habitaciones» al comenzar un servicio. En el argot del grupo llaman chicharras a los chivatos electrónicos.

«Un coche de la policía de carreteras alemana se colocó detrás de ellos, luego les adelantó y les hizo señales para que lo siguieran. Los condujeron hasta la primera gasolinera y allí les identificaron», relatan personas cercanas a Puigdemont. Los policías, «después de identificar al expresidente, les pidieron que les acompañasen», añade.