El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se deshizo ayer en elogios hacia José Luis Rodríguez Zapatero al llegar a España para una visita de tres días. Considerado una de las bestias negras de la Administración estadounidense, dijo sentirse "muy entusiasmado" con el "nuevo rumbo" que el jefe del Ejecutivo español ha dado a la política exterior de España, en especial respecto a Latinoamérica.

"España está en una nueva línea que en América Latina se estaba esperando desde hacía mucho tiempo", proclamó el mandatario suramericano en Barajas, donde fue recibido en torno a las 14.30 horas por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos.

"GRAN ESPERANZA" Fiel a su retórica salpicada de referencias literarias, Chávez invocó el poema Cuatro angustias y una esperanza, del cubano Nicolás Guillén, y dedicó sus primeras palabras a saludar al "pueblo español", porque España, dijo, se ha convertido en una "gran esperanza". El mandatario justificó su ausencia de la reciente cumbre iberoamericana de San José (Costa Rica) por el asesinato del "valiente fiscal" Danilo Anderson, que investigaba la trama golpista de abril.

El presidente venezolano señaló que el principal objetivo de su visita oficial a España es el "relanzamiento de las relaciones profundas e históricas" que han unido a los dos países. Sin citar a José María Aznar, quiso dejar muy clara su satisfacción con el giro electoral que se produjo en España el pasado 14 de marzo.

El líder venezolano y el anterior presidente español nunca se profesaron simpatía. Las relaciones se tensaron en abril del 2002, cuando Aznar apoyó el intento de golpe de Estado en Venezuela al ofrecer su "disponibilidad y apoyo" al nuevo presidente, Pedro Carmona. Pero Chávez recuperó el poder.

Un mes después, Chávez atacó la cumbre UE-Iberoamérica, que se celebraba en Madrid durante la presidencia española de la Unión Europea, diciendo que "mientras los líderes van de cumbre en cumbre, los pueblos van de abismo en abismo".

REVUELO EN ATOCHA Chávez fue ayer con Moratinos a la estación de Atocha para rendir tributo a las víctimas del 11-M. Su presencia desató un enorme revuelo en el que no faltaron caídas y empujones. Unos 200 simpatizantes recibieron a Chávez con gritos y pancartas de apoyo y consignas contra la política de EEUU en Latinoamérica.