Por primera vez desde que ZP ganó en el 2004, una encuesta del CIS da la victoria al PP por 1,2 puntos. Es un margen mínimo y el PP solo sube dos décimas respecto al pasado abril. Lo relevante es que el PSOE baja 1,8 puntos. La clave es que el PP no convence pero el PSOE se degrada. Los socialistas han perdido ya 4,6 puntos desde la primera encuesta del CIS tras las elecciones de marzo del 2008 (hecha en abril) y el PP ha ganado 2,6.

La tendencia es clara: erosión lenta del PSOE y alza del PP a paso de tortuga. Al PP le cuesta subir porque los españoles no confían ni en su líder ni en su trabajo. Su labor de oposición tenía un saldo negativo de 27 puntos en abril del 2008 (el 41% no la aprobaba, y el 14%, sí). Ahora el negativo es ya de 42 puntos. Pero es que entonces la labor del Gobierno tenía un margen favorable de 14 puntos y ahora está en 24 negativos. Resumen: la labor del PP ha perdido 15 puntos (patético), pero la gestión del Gobierno de Zapatero ha caído nada menos que 37.

Y algo así sucede con la confianza en los líderes. ZP tiene un saldo de confianza de 39 puntos negativos, que es muy superior al de Rajoy (63 negativos). Lo que pasa es que desde el pasado abril Rajoy solo ha perdido 13 puntos de confianza y Zapatero se ha hundido (34). En cuanto a nota, ZP sigue delante con un 4,27 (ha perdido 1,3 puntos en un año) y Rajoy está en un horrible 3,55 pero ha bajado solo 0,7 puntos.

El PP y Rajoy no convencen, pero Zapatero, más valorado, se degrada con rapidez. En abril del 2008, ocho ministros aprobaban, incluida Bibiana Aído. Ahora ninguno llega al 5 y el mejor es Rubalcaba (4,99).

La crisis castiga a ZP. Pero hay otras cosas. El indicador de confianza económica del CIS está en el 37, pero ha rebotado el 22% en un año. Mientras, el de confianza política está en las mismas cotas, 40, pero ha caído el 4,7%. Es la desilusión por la falta de mayoría sólida para gobernar aderezada por los vaivenes políticos del presidente. Ahí radica la estrategia de Rajoy. Sabe que su discurso no conecta con la mayoría y se ocupa de mantener la fidelidad de los suyos. Y chilla cuando salta la red de corrupción dirigida por Correa. No vaya a ser que los suyos se muevan. Y descalifica todo, desde la política económica hasta Gibraltar. Su objetivo es que el PSOE vaya perdiendo poco a poco la confianza de su electorado.

El PP cree que esta lenta erosión del enemigo le conducirá a la victoria final. Más por desánimo del votante de izquierdas que por su capacidad de ampliar votantes. ¡Victoria mínima!, ¡tanto da! Como en 1996, cuando los socialistas se lamían las heridas con la dulce derrota. ¿Puede reaccionar ZP? Sí, y en parte lo hace. Ahí está el pacto de financiación autonómica.