Un irrespirable clima invadió ayer el Parlamento catalán tras el choque entre Pasqual Maragall y Artur Mas con la denuncia del supuesto cobro de comisiones por parte de CiU como núcleo de la polémica. Mas exigió una nueva rectificación que Maragall no satisfizo y, anoche, la federación anunció una batería de querellas. Josep Piqué (PP) pidió la dimisión del presidente catalán y éste le respondió por teléfono que sus relaciones quedaban "rotas para siempre". La tormenta fue tan mayúscula que tuvo su eco en la Moncloa.

José Luis Rodríguez Zapatero, según fuentes del Gobierno, expresó su total disconformidad por el hecho de que Maragall mezclara el debate del Carmel con la presunta financiación irregular de CiU, e hizo extensivo su enfado al líder de la federación nacionalista por introducir en la disputa el nuevo Estatuto catalán, cuya redacción peligra.

La crisis no alcanzó a los cimientos del tripartito, aunque ICV-EUiA y, sobre todo, ERC, evitaron ponerse del lado de Maragall. Esquerra aprovechó para ampliar su radio de gestión con dos nuevas atribuciones para el conseller en cap , que dirigirá una nueva oficina antifraude y tendrá más papel mediático.

El primer capítulo de la jornada lo protagonizó Piqué. Antes de la sesión plenaria, expuso a los medios sus argumentos sobre la acusación de Maragall. Si lo que dijo no es cierto, mintió. Si es cierto y lo retiró, es indigno. Si es cierto y no lo puede demostrar, es un frívolo. Si es cierto y lo puede demostrar, ha encubierto hasta ahora un delito. El líder del PP acabó pidiendo la dimisión del president .

POR TELEFONO Esa petición hizo que Maragall llamara por teléfono a Piqué y le expresara, en una "tensa" charla, la ruptura de sus relaciones personales "para siempre". Maragall mantuvo una segunda conversación telefónica crucial, en este caso con Mas. El resultado fue que Mas sustituyó su idea de presentar la querella por un ultimátum: sin otra rectificación habrá querella.

Maragall insistió en fomentar "la transparencia" que hasta ahora "ha faltado" en la adjudicación de obras públicas. "Se ha acabado la incertidumbre para las empresas sobre la voluntad del Gobierno". "Antes se decía: ¿esta obra me toca? ¿Qué tiene que ver esto con la competencia?". Esas tres frases de Maragall llevaron a CiU a anunciar la presentación de querellas por calumnias e injurias contra Maragall, el consejero Joaquim Nadal --que ayer reafirmó que, aunque "sin pruebas", las comisiones son "algo más que un rumor"-- y el diputado de ERC Xavier Vendrell. Este insinuó que los donativos que recibía CiU eran de empresas que recibían concesiones de obras por parte del Gobierno de Jordi Pujol. La querella por calumnias tendría, según los juristas, muy pocas posibilidades de prosperar dada la "inviolabilidad" de los diputados.