Buscaban una masacre. ETA cargó con 70 kilos de un explosivo todavía sin determinar el coche bomba que estalló el Viernes Santo en Calahorra (La Rioja), según el director de la policía y Guardia Civil, Joan Mesquida. La policía sospecha que el atentado fue perpetrado por el comando Vizcaya. Casi 500 vecinos han pedido ya indemnizaciones por los destrozos ocasionados en sus viviendas.

Calahorra recuperó ayer, poco a poco, la normalidad mientras las fuerzas de seguridad empezaban a barajar algunas hipótesis sobre la última acción de ETA. Fuentes de la lucha antiterrorista revelaron a la agencia Vasco Press que los terroristas robaron el Honda Civic de color azul a una pareja en el monte Toloño de Alava, al filo de las nueve de la mañana. Los etarras, a cara descubierta, se identificaron como miembros de ETA mientras les apuntaban con una pistola. Después, les dejaron atados y amordazados en el monte alavés hasta que fueron liberados por agentes de la Ertzaintza a primera hora de la tarde.

EL METODO Dos horas más tarde, un joven con la cabeza cubierta aparcó el vehículo junto a la casa cuartel y cerró las puertas con el mando a distancia, según la grabación de las cámaras de vigilancia de las dependencias. Por ello, la policía sospecha que los autores son del comando Vizcaya, ya que están entrenados para montar bombas. ETA no utilizaba el sistema de robar coches en España, montar los explosivos sobre la marcha y colocar el artefacto desde enero del 2005.

Los etarras, según las hipótesis, regresaron después al País Vasco, desde donde llamaron al servicio de ayuda en carretera de Vizcaya (DYA). El comunicante, que habló en castellano, indicó el lugar, Calahorra, el modelo, la marca y el color del coche bomba e informó de que iba a estallar a las dos de la tarde. El terrorista avisó de que la bomba "era potente", por lo que pidió que se "dieran prisa" antes de gritar "¡Viva Euskal Herria libre!".

La Guardia Civil tuvo tiempo de desalojar la casa cuartel y de dar instrucciones a los vecinos para que evacuaran la zona o para que, los que estaban en sus casas, adoptaran las medidas de seguridad necesarias para evitar una tragedia. La deflagración afectó a casi 40 casas colindantes a las dependencias policiales.

La delegación del Gobierno en La Rioja recibió ayer casi medio millar de solicitudes de indemnización de los vecinos afectados. Las viviendas no presentaban daños estructurales, aunque cinco inmuebles afectados no podrán ser ocupados hasta su completa rehabilitación.

LA REPULSA Los vecinos de Calahorra --que no usaron los albergues ofrecidos por el ayuntamiento por la solidaridad vecinal-- se concentraron para protestar contra el atentado. El Ayuntamiento de Logroño secundó la condena.

La plaza del Ayuntamiento de Calahorra acogió a centenares de ciudadanos que guardaron cinco minutos de silencio. El alcalde de la localidad, Javier Pagola, presidió el acto, al que también asistió el obispo de la diócesis riojana, Juan José Omella. Al término de la concentración silenciosa, Omella pidió a Dios que "desaparezca esta lacra terrible que es el terrorismo" y rogó para que "la convivencia y la paz vuelvan a la ciudad". Por su parte, Pagola resaltó la "serenidad mostrada por todos los vecinos ante un momento duro y complicado para todos".

Mientras, en Logroño, más de un centenar de vecinos se concentraron también en silencio, en la plaza del ayuntamiento, para condenar el atentado y mostrar su solidaridad con la Guardia Civil de Calahorra. El alcalde, Tomás Santos, manifestó su "respaldo total", así como su "solidaridad y gratitud", a los miembros de la Guardia Civil y de todos los cuerpos de seguridad del Estado que "cada día desempeñan un papel clave en la lucha contra el terrorismo".

El comentario general ayer entre los vecinos de Calahorra hacía alusión a la "suerte" por la ausencia de víctimas en un atentado tan brutal, teniendo en cuenta la gran cantidad de personas que había en las calles por la procesión del Silencio.