Cuanto más preguntan ciertos abogados por los explosivos más se desactiva la falsa bomba de la conspiración. Nada es nuevo, es lo de cada día, pero ayer se rebasaron límites que parecían infranqueables. "Le he dejado ampliamente, pero esas preguntas no conducen al esclarecimiento de la verdad", cortó ayer el juez Gómez Bermúdez a Emilio Murcia, letrado de la AVT. Antes, frente a sus persistentes y alienígenas preguntas a Sánchez Manzano, excomisario jefe de los Tedax, el juez ya tuvo que sacar el hacha: "Señor letrado, el testigo ya le ha dicho que no. Si quiere le obligamos". Desacreditar la investigación, ese es el objetivo de algunas acusaciones. Y mientras ellos hablan, hasta Zugam ríe.

Está claro, hay policías disciplinados, policías bocazas, policías miedosos, policías valientes, policías gallitos y buenos policías. Pero todos ellos arrimaron el hombro el 11-M, hicieron lo que pudieron y algunos, incluso más. Cuando llegaron los Tedax, bien temprano, los escenarios donde los terroristas pusieron las bombas eran un caos de miedo, muerte, dolor y herrumbre. Primero intentaron ayudar a la gente. Luego, aseguraron la zona. Después, buscaron explosivos. Como para pensar en los protocolos.

Aún así, lo que ayer intentaron ciertos abogados --¿ornitorrincos?, ¿anfibios?, ¿chacales?-- fue extraviar a los funcionarios en el laberinto de lo impertinente y lo capcioso, buscando por cualquier vía resquicios que alienten marchitas elucubraciones: ¿A qué huele la dinamita? ¿A almendras amargas? ¿El humo de explosivo era blanco o negro? ¿Los explosivos con nitroglicerina son sensibles al impacto del fusil? ¿Sancionaron al perro por no hallar dinamita en la Kangoo? ¿Añadieron elementos exógenos a los cartuchos? Nunca en un atentado de ETA hicieron falta tantos detalles.

"De lo que me preocupé el 11-M fue de no poner en riesgo ninguna vida", resolvió Manzano, que por fin ha aprendido a enrocarse, a no querer alardear de más de lo que sabe y hasta a pedir perdón: "Fue un error decir nitroglicerina en la comisión parlamentaria del 11-M". ¿Y no redactó un informe? "Comprenderá usted que con tanta gente sufriendo había cosas más importantes". Para reparar tanto desaguisado, el abogado José María Fuster, representante de una víctima catalana adherida en la vista a la asociación de Pilar Manjón, tuvo que agradecerle al testigo su labor: "Gracias por su trabajo en nombre de todas las víctimas a las que represento".

Más listo o más torpe, los Tedax hicieron lo que pudieron. Si cometieron errores o incurrieron en algún delito, que los denuncien, que hagan otro juicio. Este es para otra cosa. El día amaneció con 191 muertos, 2.000 heridos, bomberos cortando chapa, gente saltando entre las vías, una onda expansiva de confusión. Los Tedax se jugaron la vida. El Gobierno de Aznar hizo el suyo: ocultar lo que los propios Tedax sabían la mañana del 11-M: que no era ETA. Algunos, inasequibles al desaliento, están empeñados en culminar ese trabajo.