Faltan aún cuatro meses para las elecciones autonómicas vascas y la polarización entre el PNV y el PSE está servida. El presidente de los peneuvistas, Iñigo Urkullu, acusó ayer al socialista Patxi López de "disfrazarse de Obama" para postularse como el "adalid" del cambio. El líder de los socialistas vascos entonó, en euskera e inglés, el "sí, podemos aquí", y confesó que su reto es "emocionar" a los vascos y tocarles el corazón.

Los dos partidos son conscientes de que esta vez la distancia entre ambos es más corta que nunca (el PSE aventajó en más de 120.000 votos al PNV en las generales de marzo) y han comenzado a jugar la partida sin que el lendakari haya desvelado aún la fecha exacta de los comicios vascos que, eso sí, se celebrarán en marzo próximo.

López pidió a los jóvenes que se impliquen en las elecciones como lo hicieron los de EEUU para tejer una red de "colaboradores por el cambio" que haga realidad el sueño de descabalgar al lendakari Ibarretxe. Mientras, Urkullu defendió ante sus seguidores de Alonsotegi (Vizcaya) que el PNV es capaz de hacer las cosas "tan bien" como los estadounidenses.