El marroquí Rafá Zuher, confidente de la Guardia Civil antes investigado por narcotráfico y ahora encarcelado por su implicación en la trama de los explosivos del 11-M, ha logrado hacerse un hueco en el vasto escenario mediático que rodea la investigación de la masacre. Zuher, acusado de poner en contacto a los terroristas con la dinamita, se desdijo ayer ante una juez de Valdemoro (Madrid) de algunas de las supuestas revelaciones que ha brindado al diario El Mundo. Contra lo que había denunciado a ese rotativo negó, por ejemplo, que tres guardias civiles le amenazaran en prisión para que no colaborase con la comisión parlamentaria que investiga los sucesos del 11-M.

VISITA DE LA GUARDIA CIVIL Zuher aseguró al diario madrileño que a finales de mayo había recibido la visita en la prisión de Valdemoro de tres guardias civiles que, según su versión, le amenazaron para que silenciara sus relaciones con el instituto armado, aunque por entonces ya había sido interrogado por el juez Juan del Olmo. Instituciones Penitenciarias reveló después que la única visita la recibió a principios de abril, con el Partido Popular aún en el poder.

Ayer, ante la juez de Valdemoro Verónica Carabantes, Zuher no denunció estas presuntas amenazas. Es más, renunció a emprender acciones civiles o penales. Frente al juzgado ratificó que había alertado a la Guardia Civil --"avisé y no me han hecho caso"--, extremo que negó ayer ante la juez y previamente ante Del Olmo.