El confidente Abdelkader El Farssaoui, "Cartagena", aseguró hoy que fue obligado a colaborar con la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía bajo la amenaza de ser expulsado de España y que sus declaraciones judiciales fueron todas dirigidas por sus agentes que le indicaban lo que tenía que decir. "Cartagena", el primer testigo protegido que comparece en el juicio por los atentados del 11-M, se desdijo así de todas las declaraciones que prestó ante jueces de la Audiencia Nacional como Baltasar Garzón o Juan del Olmo y explicó que si hasta ahora no había dicho la verdad era por miedo y que la razón por la que ahora lo confesaba era porque había perdido ese miedo, no porque le hubieran presionado.

"Ahora lo digo porque no tengo miedo ni de ellos ni de nadie. Delante de Garzón tenía mucho miedo. Ahora me da igual, no me da miedo nadie", reiteró este testigo, el octavo que comparece en el juicio, a preguntas de la fiscal Olga Sánchez, que no pudo ocultar su contrariedad ante el cambio en la declaración de este confidente policial que fue imán de la mezquita de Villaverde (Madrid). Aún así, corroboró las afirmaciones que hizo acerca del extremismo del presunto líder de la célula que perpetró los atentados, el suicida Serhane Ben Abdelmajid, "El Tunecino", al que conoció en la mezquita de la que era imán, y al que se tuvo que acercar, según él, obligado por la UCIE.

De este modo, indicó, pudo advertir a la Policía de que "El Tunecino" buscaba mártires tras estudiar su comportamiento en las reuniones, sobre todo, a la última que él asistió, y en las que, confirmó, se hacían cantos y proclamas a la yihad (guerra santa) e, "individualmente", se hablaba de "ir a Afganistán". Tras esa última reunión, celebrada meses antes de los atentados, llamó un viernes a la Policía para alertar de las intenciones de "El Tunecino" y aseguró que le dijeron: "tú ¿qué pasa? ¿Es que no sabes que no trabajamos los fines de semana? Llama el lunes" y por ello no fue hasta ese día cuando se lo contó. En esas reuniones, según relató, el líder espiritual era "El Tunecino", quien al hablar de la Yihad citaba varios países enemigos como España, mientras que el coordinador y organizador de las mismas era Mustafa Maymouni, encarcelado en Marruecos por los atentados de Casablanca, con quien dijo que estuvo en la finca de Chinchón en la que se montaron las bombas cuando éste vivía allí antes de que la alquilara el suicida Jamal Ahmidan, "El Chino".

A las reuniones de "El Tunecino", prosiguió, asistían, además de Maymouni, los hermanos El Ouazzani y Faisal Allouch -procesados en la operación Nova- y el imán de la mezquita de Alcorcón (Madrid), aunque negó que participara en ellas el acusado Mohamed Larbi Ben Sellam, al que negó haberle puesto el apelativo de "el Mensajero de Mohamed El Egipcio", sino que eso "fue cosa de la Policía". No obstante, reconoció que le veía "de vez en cuando" en la mezquita de Villaverde y también en la de Estrecho e intercambiaban cintas vídeo y audio, algunas de las cuales, aseguró, se las entregaba el acusado Rabei Osman El Sayed " Mohamed El Egipcio".

Jamal Zougam

También dijo que conoció al acusado Jamal Zougam cuando la UCIE le pide que se acerque a él para investigarle, pero rechazó que antes de eso supiera que trabajaba en un locutorio, por lo que la fiscal le preguntó que cómo sabía entonces el nombre del establecimiento y de la persona que trabajaba con él y la marca de teléfonos que utilizaban, a lo que contestó: "en los informes (los policías) ponen lo que quieren y quitan lo que quieren". En este sentido destacó que cuando habló a la Policía de Allekema Lamari -séptimo suicida de Leganés que participó en los atentados cuando se encontraba en libertad mientras se resolvía el recurso que interpuso ante el Tribunal Supremo contra una sentencia de la Audiencia Nacional que le condenó por pertenecer al Grupo Islámico Armado (GIA) argelino-, le dijeron que ni se le ocurriera mencionarle. Una vez que informó sobre la reunión en la que consideró que "El Tunecino" buscaba mártires, prosiguió, "me han obligado a irme a Barcelona", pero él lo rechazó y "ahí me metieron miedo y me dijeron que por mi bien me fuera de Madrid"

Decidió entonces irse a Salobreña (Granada), "el único sitio en el que conocía a alguien" y allí cambió de teléfono "para no tener contacto con nadie", pero cuando estaba en un supermercado un agente le vuelve a amenazar con expulsarle a Marruecos sino se va a Almería a seguir con "la misma misión y si no la terminas no te vamos a dejar en paz". Además de la amenaza de expulsión, dijo que los agentes de la UCIE utilizaron una grabación que le hicieron en la mezquita en la que pronunciaba la palabra yihad, "que aparece continuamente en el Corán", para "chantajearme" con que si no colaboraba me acusarían de terrorismo.