Diputados a la carrera por los pasillos de acceso al hemiciclo. El presidente del Congreso dilatando el inicio de la votación. El portavoz del grupo socialista pidiendo que se deje entrar a un parlamentario que se ha quedado fuera por llegar tarde. La portavoz del grupo popular exigiendo que empiece el escrutinio. El nuevo modelo de financiación autonómica pasó ayer su último trámite en la Cámara baja en una sesión esperpéntica en la que el Gobierno solo pudo sumar los 176 sufragios que le aseguraban la mayoría absoluta.

Las dificultades del PSOE para encontrar aliados que le asegurasen la mayoría hacía presagiar una votación de infarto. Y nadie salió defraudado. El presidente del Congreso, José Bono, inició a las nueve de la mañana la sesión extraordinaria, en la que el único punto era la aprobación de la reforma de la Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA), avisando de que se votaría, "no más tarde de las diez". Pero los minutos pasaban y la bancada socialista seguía semidesierta.

Para animar el cotarro, el diputado de CiU, Josep Sánchez Llibre, acusó a los promotores de la reforma de ser responsables del "asesinato político" del Estatuto catalán. Entre abucheos, el socialista Alvaro Cuesta le preguntó irónicamente si los iba a "excomulgar" por ello, en alusión a la amenaza del episcopado contra los políticos que apoyen la ley del aborto. "No me hable de excomulgación", replicó Sánchez Llibre, que, entre aspavientos, acabó discutiéndose con la diputada socialista Teresa Cunillera, que presidía la Cámara, en ausencia de Bono. Cunillera le recordó que ella era la encargada de poner orden en la sala, lo que el democristiano aprovechó para espetarle que no "tomara partido" en el debate.

José Luis Rodríguez Zapatero, que quiso dar ejemplo y siguió toda la sesión, fue de los pocos que no se perdió el espectáculo. Y es que ni siquiera los correos electrónicos enviados en la víspera por el grupo del PSOE a sus diputados recordándoles que no podían fallar evitó las tradicionales prisas de última hora.

LOS REZAGADOS Bono abrió una pausa de cinco minutos antes de votar, que se alargó el doble. Entre los rezagados destacaron los veteranos Txiki Benegas, cuya participación en un acto previo hizo sufrir a más de uno, y Alfonso Guerra. Los últimos en llegar lo hicieron corriendo y el que cerró el grupo, Javier Barrero --que para más inri es el secretario primero de la mesa del Congreso-- ya no llegó.

"Falta Barrero", se escuchó en el hemiciclo, mientras al portavoz socialista, José Antonio Alonso, le bajaba una gota de sudor fría por la frente. Pese al apoyo de última hora de los diputados navarros un solo error al pulsar el voto hubiese sido fatal. Es cierto que Gaspar Llamazares (IU) estaba preparado para cambiar su abstención si fallaba algo más, pero cuando las 176 luces verdes del marcador se encendieron, los diputados socialistas no pudieron evitar una explosión de euforia.